miércoles, 29 de junio de 2011

Agencias de descalificación

Las agencias de calificación, como sabemos, se dedican a evaluar el nivel de riesgo de los productos financieros y emitir los correspondientes informes. Hasta ahí, nada que objetar, es una labor útil. Pero para que funcionen como deberían tienen que ser independientes, objetivas y eficaces. Y ahí empiezan los reparos. Hay varias agencias de calificación en el mundo, pero las tres más conocidas e influyentes, porque prácticamente monopolizan el sector, son las estadounidenses Moody's, Fitch y Standard & Poors, y las tres están absolutamente desacreditadas, o deberían estarlo a estas alturas.

Para empezar, su independencia ya era cuestionada antes del inicio de la crisis dado que son financiadas en gran medida por quienes se benefician especulando con los efectos de sus informes. Además, no tienen reparo en rebajar la calificación de la deuda pública de cualquier nación europea, pero mantienen la máxima calificación para la de Estados Unidos pese a que expertos de reconocido prestigio lo desaconsejan y aún lo consideran peligroso.

También su objetividad es fuertemente cuestionada, puesto que no hay ninguna transparencia en cuanto a la metodología y las variables que utilizan para sus calificaciones. De hecho, hace unos meses rebajaron la calificación a las entidades financieras españolas en bloque, y cuando se les preguntó si las habían evaluado respondieron sin ningún rubor que no lo habían hecho, y que su informe se basaba "en la difícil situación española". A tanto llega su desfachatez.

Pero lo más cuestionado es su eficacia. Mantuvieron una buena calificación a Enron hasta pocos días antes de que quebrara y a Lehaman Brothers hasta el mismo momento de su bancarrota. No solamente ninguna de ellas previó la crisis (menudos expertos en riesgos), sino que tuvieron un papel muy relevante en su origen. Fueron estas agencias las que otorgaron la máxima calificación a las hipotecas subprime, que hicieron estallar la burbuja financiera y que ahora llamamos bonos-basura.

Por si fuera poco, sus informes tienen un efecto de círculo vicioso o profecía autocumplida, dado que hacen subir los intereses de la deuda de aquellos estados que ponen en la picota. No diré que sean la causa, pero sí un factor agravante en los problemas de Irlanda, Grecia, Portugal y España.

Han sido demandadas en varias ocasiones, pero siempre han solucionado estas demandas mediante acuerdos extrajudiciales. Es decir, pagando para no ir a juicio, lo que me parece muy significativo. Ahora es el propio Congreso de los Estados Unidos el que estudia emprender acciones legales por fraude, después de que una comisión considerase que tuvieron un papel esencial en el origen de la crisis.

Y sin embargo, pese a todas esas evidencias, siguen teniendo una influencia enorme y causando estragos. Más aún, cada vez se envalentonan más. Hoy he leído en el periódico que Moody's "avisa" a las Comunidades Autónomas que rebajará su calificación si no toman más medidas de ajuste. Y hasta se atreven a señalar que deberían hacerlo en sanidad y educación. Ya no se conforman con arrogarse un papel de árbitros que nadie les ha otorgado, ahora quieren dirigir la economía de los Estados.

¿Y qué hace nuestra ilustre vicepresidenta segunda y ministra de economía y hacienda, Doña Elena Salgado, cuando se le ha preguntado sobre esto? Nada.  Decir que las comunidades deben cumplir el objetivo de déficit, y ni una palabra sobre las agencias. Así nos va.

En varios medios se ha propuesto la creación de una agencia de calificación de riesgos europea realmente independiente, objetiva y eficaz. La Canciller Merkel ya se ha mostrado favorable a la iniciativa. Espero que prospere, y que prosperen también las iniciativas legales del Congreso de los Estados Unidos. Mientras tanto, me tendré que conformar con darles a estas agencias mi propia calificación: empresas-basura. Estoy dispuesto a admitir que no las he evaluado con criterios objetivos, pero si ellos pueden hacerlo, yo también.

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