Uno de los problemas de la democracia, al menos en España, es que existe un alto grado de desconocimiento de sus mecanismos, de las instituciones y su funcionamiento, y de la Constitución. No es necesario que todos seamos expertos en teoría política y derecho constitucional, pero para que una democracia lo sea de verdad los ciudadanos deben contar con unos elementos mínimos para no quedar a merced de los partidos, los politicuchos de baja estofa o, lo que es peor, demagogos e iluminados.
Ese bagaje debería adqurirse durante la enseñanza obligatoria. Me da igual que se llame Educación para la ciudadanía, Educación cívica, Educación para la democracia o cualquier otro nombre que pueda salir del escaso ingenio de nuestros políticos. Es necesaria, y lo que realmente importa es el contenido.
Como sé que es un tema polémico, aclararé que no voy a hacer una defensa de la actual asignatura tal como se ha implantado. Pero diré también que la principal objeción que se le opone no es válida. Se dice que es contraria al derecho constitucional de los padres a educar a sus hijos según sus propias convicciones morales y religiosas, pero no es así porque ese derecho no es absoluto ni puede jamás ser excusa para educar en contra de los principios constitucionales fundamentales. El mismo artículo que recoge ese derecho de los padres dice también que "la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales".
Por otra parte, el Partido Popular y la Iglesia Católica se opusieron frontalmente a la implantación de esta asignatura antes de que empezase a perfilarse su contenido. Antes de saber en qué iba a consistir ya estaban hablando de adoctrinamiento. Para mí, y siento decirlo, eso los desacredita por completo en este tema.
Dicho esto, paso a exponer brevemente cuál creo yo que debería ser el contenido. A mi modo de ver, la educación para la democracia tiene dos facetas, relacionadas pero diferentes: la educación en valores y la formación en conocimientos.
La educación en valores debería comenzar ya en primaria y extenderse durante toda la enseñanza obligatoria. No tiene por qué impartirse necesariamente como una asignatura diferenciada, sobre todo en primaria. Se trata sencillamente de enseñar a los niños los principios básicos de toda sociedad libre y democrática: libertad, igualdad, justicia, tolerancia, respeto, etc.
La formación en conocimientos debería comenzar en la enseñanza secundaria, y debería servir para que los chicos la terminen sabiendo cómo se organiza nuestro sistema democrático, cuáles son sus principales instituciones y su funcionamiento básico, o cómo se organizan los derechos reconocidos en la Constitución. Insisto en que todo ello sin necesidad de convertirnos en expertos juristas.
Creo que nada de lo que he expuesto tiene por qué entrar en conflicto con las creencias religiosas o las convicciones morales de nadie, y estoy convencido de que serviría para crear una sociedad más libre y justa.