lunes, 25 de julio de 2011

La verdadera historia de Caín y Abel

"Dijo Caín a Abel, su hermano: Vamos al campo. Y cuando estuvieron en el campo, Caín se levantó contra Abel, su hermano y lo mató". (Génesis, 4,8)

El padre Adán tenía una granja, de la que era propietario y en la que vivía con su esposa Eva y sus hijos Abel y Caín. Cultivaban la tierra y criaban conejos y gallinas, actividades en las que los cuatro se ocupaban ocho horas al día. La granja no era rica, pero les daba frutos para vivir dignamente e incluso para que el padre Adán acumulara unos pequeños ahorrillos.

Un día el padre Adán contó sus ahorros y vio que le alcanzaban para comprar un arado y un buey. Pronto se dio cuenta de que, con los nuevos medios de producción, ya no hacían falta treinta y dos horas de trabajo, sino solo veinticuatro. Así que, llamando aparte a Caín, le dijo:

- Ya no hay trabajo para ti en la granja, tendrás que marcharte.
- Pero padre, –dijo Caín- si trabajamos solo seis horas cada uno, podemos seguir viviendo de la granja los cuatro,   trabajaremos menos y podremos estar más tiempo en familia.
- ¿Pretendes trabajar dos horas menos y seguir ganando lo mismo? ¿Así te he educado?
- ¿Por qué yo, y no Abel? – preguntó Caín.
- Tengo que prescindir de uno, y tú eres el último en orden alfabético.
- No es cierto. La última alfabéticamente es mamá.
- ¡Ya basta! –se irritó Adán- La granja es mía y no tengo por qué darte explicaciones.

Ahora la granja producía para cuatro personas, pero solo debía mantener a tres. Adán pensó que podría colocar los excedentes en el mercado. Pero descubrió que los otros granjeros también habían comprado arados y bueyes, y habían expulsado a alguno de sus hijos. Todos tenían excedentes, y los desposeídos carecían de dinero para comprarlos.

Empezaron a temer que les robasen y se reunieron para buscar una solución. Todos aportarían una pequeña parte de sus excedentes, y con este impuesto contratarían a algunos de los desposeídos como guardianes. Ellos les protegerían y, además, dispondrían de algún dinero para comprarles los excedentes. Caín solicitó trabajo como guardián, pero no alcanzaba la estatura mínima.

El arreglo no funcionó mucho tiempo. Los guardianes eran demasiado pocos para consumir todos los excedentes. Además, podían proteger a los granjeros contra los ladronzuelos aislados, pero pronto empezaron a surgir entre los desposeídos voces que decían que, si se ponían todos de acuerdo, desbordarían a los guardianes.

Hizo falta un nuevo arreglo. Todos los granjeros aportarían otro poco de sus excedentes, y con ese nuevo impuesto pagarían a los desposeídos un subsidio. No mucho, lo justo para que no se murieran de hambre y alejar el fantasma de la revolución. Para gestionar los subsidios y dirigir a los guardianes contrataron escribas que también podrían comprar en el mercado. Caín solicitó empleo como escriba, pero como siempre había sido agricultor, no sabía leer y lo rechazaron.

Este acuerdo funcionó mejor que el anterior, pero sobrevino un año de malas cosechas y hubo que rebajar los subsidios. En esos días un hambriento y desesperado Caín se encontró con su hermano Abel, que venía de comprarse unas sandalias de marca Paraíso, la última moda.

- ¡Abel, cuánto tiempo! –saludó Caín- ¿A dónde vas?
- He quedado con unos amigos en El fruto prohibido. Me ha dicho mamá que ponen unas manzanas de chuparse los dedos.

Caín no pudo evitar sentir envidia de su hermano. Dijo:

- Yo ando descalzo y tú llevas sandalias de marca. Yo paso hambre y tú comes en los mejores restaurantes.
- Trabaja como yo –respondió Abel.
- No tengo tierra.
- Puedes trabajar de guardián.
- Me rechazaron por bajito.
- Pues de escriba
- No sé leer
- Aprende
- No tengo con qué pagar al maestro.

Abel empezó a sentirse irritado con las quejas de Caín. Después de todo, él no le había robado nada a su hermano ni tenía la culpa de que el padre Adán lo hubiera echado, y si algo tenía era por que se lo ganaba trabajando duramente ocho horas al día. Habló sin pensar:

- Eso son excusas, el que quiere trabajar encuentra dónde. Lo que pasa es que eres un vago sin iniciativa, y quieres que te lo den todo hecho.

Caín se sintió profundamente ofendido y humillado, pero no lo exteriorizó. En lugar de eso, sonrió a su hermano y dijo:

- Vamos al campo

(Nota del autor: esta Historia verdadera es un relato de ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

viernes, 22 de julio de 2011

Palíndromos: jugando con las palabras

Cuando tenía diecisiete años me suscribí a una revista muy notable, CACUMEN, que desapareció por falta de rentabilidad un año después. Llevaba inicialmente la entradilla Revista lúdica de cavilaciones, que posteriormente se cambió a Ingenio, juegos y humor. Cualquiera de ellas describe bien lo que era: una revista para los que disfrutamos con los acertijos, enigmas, pasatiempos lógico-matemáticos, con los juegos de estrategia y con el lado lúdico de las cosas.

De vez en cuando rescato del desván los ejemplares que aún conservo. Hace poco lo hice para releer un artículo, La guerra de las estrellas, del que extraje parte de los datos para la entrada que escribí en este blog sobre la astrología. Hoy comparto con vosotros otro de los divertimentos característicos de aquella revista: los palíndromos.

Un palíndromo es una frase que se lee igual al derecho que al revés. Como la famosa dábale arroz a la zorra el abad, que alguien hizo notar que carece de rigor histórico pues en realidad adán dábale arroz a la mala zorra, el abad nada. Por supuesto los palíndromos son solo una diversión, infantil si se quiere, aunque se han ocupado de ella autores como Guillermo Cabrera Infante o Julio Cortázar. No es fácil construir un palíndromo de cierta longitud y que no parezca forzado. Unos ejemplos logrados:

No deseo yo ese don
Mal si le das la fe falsa del Islam
Ramal alegre: ved la ruta natural de vergel a la mar

Un palíndromo notable y enigmático, que quizá sea el más antiguo conocido, se encontró en los muros de Pompeya: sator arepo tenet opera rotas. Este es particularmente notable, pues su carácter palindrómico se mantiene si tomamos las primeras letras de cada palabra, luego las segundas, etc. Se aprecia si lo disponemos en forma de cuadrado.

SATOR
AREPO
TENET
OPERA
ROTAS

Se lee igual por filas de arriba hacia abajo que a la inversa, o por columnas de izquierda a derecha y viceversa. Hay diversas hipótesis sobre su significado, e incluso sobre su traducción, desde las que le atribuyen un carácter místico hasta la que la considera un simple anuncio: el artesano tiene ruedas para el trabajo. No sé cuál será la explicación verdadera, pero me agrada imaginarme a ese artesano ingenioso rompiéndose la cabeza para promocionar su negocio.

Una variante del palíndromo es el bifrontismo, frases que sin leerse igual conservan su significado al leerlas al revés o, por el contrario, adquieren un sentido distinto, como los dibujos que representan otra cosa al darles la vuelta. El bifrontismo se ha practicado desde antiguo en la poesía, como este poemilla anónimo que mantiene su sentido al leer los versos de abajo hacia arriba. 
Inténtelo quien lo intente,
hasta que el golpe esté dado
de lo que se haya tratado
nada se sabrá, es patente.
En esta ocasión presente
mucho se ve disponer.
Penetrar lo que ha de ser
en lo posible no cabe.
Quien más calla, este lo sabe.
Todos hablan sin saber.
Aunque suelen tener más gracia los que cambian de significado, como este otro poema también anónimo:
Te adoro con frenesí.
Y dí que miento si digo:
solamente soy tu amigo
cual lo eres tú para mí.
No quiero chanzas aquí
con mi ternura y afán,
el temor del qué dirán
no pone valla a mi amor
si dicen que con ardor
mintiendo mis labios van.
Entre tanto como he publicado sobre temas serios, me pareció que también tenía que haber cabida para un poco de juego frívolo. Espero haberos entretenido y que hayáis sonreido un rato. Hasta la próxima.

miércoles, 20 de julio de 2011

El origen de la crisis y sus consecuencias

Acabo de leer el libro La crisis financiera, escrito por el economista Juan Torres López, con la colaboración de Alberto Garzón Espinosa. Se publicó en 2009 como un resumen de un libro más amplio que los autores estaban preparando y que aún no he leído. Es un libro breve, ochenta páginas incluido el prólogo de Pascual Serrano. Destinado a un público profano, es sencillo de entender y se lee en poco tiempo.  Lo recomiendo encarecidamente, Es de libre difusión por lo que se puede descargar libremente en la página de Attac.

No resulta fácil resumir un libro que ya es de por sí un resumen. Su propósito es explicar cuáles son los orígenes de la crisis, por qué es tan grave y cuáles son sus consecuencias. Se estructura en tres partes.

El dinero y la especulación financiera

En esta parte se analiza cómo se ha producido la financiarización de la economía, hasta desvincularse por completo de la economía real. En primer lugar, se explica cómo los bancos no solo manejan dinero, sino que, en realidad, también lo crean. No acuñan dinero de curso legal, claro está, pero sí otros medios de pago que se multiplican de una manera gigantesca. Tanto que el dinero de curso legal ya solo representa entre el 7 y el 10% de los medios de pago, mientras que el "dinero bancario" representa entre el 60 y el 70%.

Se explica posteriormente cómo se ha producido una gigantesca pírámide especulativa. Copio un fragmento:
 Para entender la actual crisis financiera hay que saber, por ejemplo, que esas operaciones de papel sobre papel se realizan también sobre los contratos de préstamo y créditos que suscriben los bancos.
Cuando una persona normal recibe un crédito hipotecario lo firma en el notario y lo guarda en un cajón de su casa, limitándose a pagar religiosamente al banco la cuota mensual que le corresponda.
Pero si el banco también guardase en sus archivos el contrato, solo obtendría de este una única rentabilidad: la cuota mensual.
Para no renunciar a obtener más ganancia lo que hace es vender ese contrato. Es una operación que consiste en “titulizarlo”, es decir, cambiar el papel por liquidez. Vende el contrato a otro banco o a otro inversor y, a cambio de papel, recibe dinero, gracias al cual va a poder seguir dando más créditos que, como sabemos, es lo que le proporciona beneficios y poder.
Dicho contrato va a seguir su rumbo en los mercados, generando a partir de él otros nuevos títulos que a su vez se van vendiendo y comprando indefinidamente, dejando cada vez que se transmite una buena rentabilidad a los especuladores que lo adquieren y luego lo van vendiendo más o menos transformado en otro derivado financiero.
Para que los lectores se hagan una idea de la magnitud de estas operaciones de casino bastaría el ejemplo del banco alemán West LB que ha sido recientemente “rescatado” mediante generosas ayudas públicas: mientras que su capital estaba valorado en enero de 2008 en unos 7 millones de euros el volumen de productos derivados opacos que tenía era de unos 25.000 millones de euros.
Un dato basta para ver hasta qué punto la economía financiera se desvinculó por completo de la economía productiva. Al comenzar la crisis, se calculaba que la economía financiera movía diariamente 5,5 billones de dólares, una cifra 35 veces superior al PIB diario mundial, y 100 veces superior al volumen del comercio mundial.

La crisis de las hipotecas basura

Se estudian en esta parte las circunstancias que llevaron, a comienzos de la década, a una bajada de tipos de interés en Estados Unidos, y a la creación de una burbuja inmobiliaria especulativa (¿nos suena de algo?). La facilidad para acceder al crédito y la posibilidad de invertir en un mercado en alza están en el origen de la crisis, pero no la explican. Vuelvo a copiar:
Cuando se reducían los tipos de interés, los bancos obtenían menos rentabilidad de sus créditos y para compensar esa pérdida tenían dos posibilidades, o tratar de aumentar el número de créditos que concedían, o conceder una parte lo más grande posible de ellos a tipos más elevados.
Para lograr mayores rendimientos multiplicaron su oferta de préstamos hipotecarios y llegaron a concederlos de modo muy arriesgado a familias que no podrían pagarlos si cambiaba a peor su situación económica, a cambio, naturalmente, de tipos de interés más elevados.
A esto sigue una descripción de las tácticas que las entidades financieras utilizaron para lograr que se contratasen estos créditos hipotecarios. La misma Oficina de Responsabilidad del Gobierno de Estados Unidos se mostró preocupada por la falta de información de los clientes y responsabilizó a la publicidad engañosa. Más aún, en 2006 un estudio del Wall Street Journal mostró que más del 60%  de los prestatarios con hipotecas subprime tenían en realidad recursos para haber contratado créditos de mejor calidad.

Pero los bancos no se conforman con el rédito del crédito. Para obtener más beneficio, lo titulizaban, es decir, lo vendían a otras entidades financieras conocidas como vehículos, que a su vez se los vendían a otras mediante productos derivados. De este modo los bancos obtenían más dinero líquido con el que conceder más créditos, traspasando de paso el riesgo a los compradores.

Naturalmente, los vehículos no habrían podido colocar esta basura financiera si los riesgos hubieran estado a la vista, así que los disfrazaron. Empaquetaron las hipotecas basura no solo con otras hipotecas "buenas", sino con productos financieros que nada tenían que ver con los créditos hipotecarios.

En esto jugaron un papel fundamental las agencias de calificación. Estas agencias se dedican a evaluar los riesgos de los productos financieros y emitir el correspondiente informe. Ahora bien, son las propias entidades financieras las que pagan por las evaluaciones. No es sorprendente que las agencias dieran la máxima calificación a estos paquetes. Y se diseminaron por todo el mundo.

La burbuja explotó, y la cartera de los bancos perdió valor drásticamente. Sus activos disminuyeron, pero las deudas que habían contraído no. Como además los bancos prestan a largo plazo pero se endeudan a corto, no tardaron en tener problemas para hacer frente a los pagos. Los bancos dejaron de fiarse unos de otros y de prestarse dinero entre ellos. Lo que es más grave, dejaron de conceder crédito no solo a otros bancos y a los especuladores, sino también a las empresas y familias, trasladando el problema financiero a la economía productiva.

Para no extender demasiado esta entrada, ya suficientemente larga, dejo para otro momento otras consecuencias especialmente graves y preocupantes. Me salto también las muy interesantes implicaciones políticas.

El futuro, las alternativas

En esta tercera y última parte, los autores exponen su propia visión de lo que habría que hacer para salir de la crisis y evitar que se repita. Hay, por supuesto, consideraciones éticas, pero también medidas concretas y viables. Aunque son interesantes no las resumiré, son de sentido común y no hace falta ser economista para extraer conclusiones.

Termino volviendo a recomendaros la lectura de este libro. Como dice Pascual Serrano en el prólogo, en este siglo XXI leer buenos –y decentes- libros de economía es tan importantecom o los de supervivencia si se va a una isla desierta. Este es bueno y decente, y os lo podéis descargar gratuitamente en la página de Attac:



lunes, 18 de julio de 2011

Astrología

Hablaba ayer de la importancia de tener una idea general del método científico, y me dejé algunas cosas en el tintero. Por ejemplo, que el método científico no es el único válido para adquirir conocimientos. Un agricultor no lo necesita para saber cuándo sembrar, si hay que regar, o cuándo recoger la cosecha. Pero es útil, decía, para diferenciar la verdadera ciencia de la pseudociencia. De la astrología, sin ir más lejos.

La tesis central de la astrología es que la posición de los planetas, el Sol, la Luna y otros cuerpos en el momento del nacimiento determina la personalidad. Todavía hoy lo creen muchas personas, a pesar de la evidencia en contrario.

El hecho a explicar en este caso es que las personas tienen diferente carácter, la hipótesis de los astrólogos, que la determina la posición de los planetas. Decía ayer que no todas las hipótesis son válidas, que deben ser congruentes con los hechos, desprenderse razonablemente de ellos. Y aquí empiezan los fallos de la astrología. Esta no es una hipótesis que se desprenda razonablemente de los hechos, atribuir la personalidad a la posición de los cuerpos celestes no tiene más sentido que atribuirla a los espíritus o la temperatura ambiente. De hecho, esto último tendría mucho más sentido. Si la personalidad se ve influida por los astros, ¿no debería estar también influida por la masa mucho más cercana de la comadrona?

Además, los astrólogos continúan utilizando un modelo geocéntrico del Universo. Siguen haciendo sus cartas considerando que la Tierra es el centro y todo lo demás, Sol incluido, gira en torno a ella. Cosa que sabemos hace mucho que es falsa.

Para salvar ambas críticas los astrólogos se han visto obligados a renunciar a su afirmación de que el carácter se debe a la influencia de los planetas, renunciando con ello a toda su base teórica. Ahora ya no dicen que esa sea la causa, sino que la causa es otra, pero que igualmente pueden predecir la personalidad porque los astros funcionan como una especie de "calendario cósmico".

Vemos por tanto que la astrología no tiene base teórica, pero al igual que en el caso del agricultor que sabe cuándo ha de sembrar sin establecer teorías, la astrología podría ser respetable si funcionase. Lo malo es que ningún astrólogo, que yo sepa, la ha puesto jamás a prueba, el segundo paso que veíamos ayer. O mejor dicho, no la habían puesto a prueba hasta hace veinticinco años, cuando se prestaron a  colaborar en un experimento científico llevado a cabo bajo la dirección del físico Shawn Carlson y cuyos resultados se publicaron en la revista Nature en diciembre de 1985.

Para realizar el experimento, se invitó a participar a veintiocho astrólogos recomendados por el Consejo Nacional para la Investigación Geocósmica, un organismo reputado internacionalmente entre los astrólogos. No se trataba pues de "astrólogos de feria", sino de los más prestigiosos entre sus propos colegas.

En primer lugar, un grupo de voluntarios facilitó a los astrólogos, sin que hubiera contacto personal, datos verídicos de su nacimiento, con los que los astrólogos debían elaborar un perfil de personalidad. Posteriormente a los voluntarios se les entregaba su perfil junto con otros dos al azar, debiendo elegir el que más se ajustase a su carácter. Como no siempre tenemos una imagen real de nosotros mismos, el experimento tenía una segunda parte. Un segundo grupo de voluntarios realizó un test de personalidad contrastado, el Inventario de personalidad de California. A los astrólogos se les facilitaron los datos de nacimiento de las personas, junto con su CPI y otros dos al azar, debiendo elegir el perfil que más se ajustase a la carta astral.

Por tanto, ambas partes del experimento se complementaban y corregían mutuamente. Los científicos esperaban, claro está, que los astrólogos acertarían un tercio de las veces, lo que cabe esperar por azar. Los astrólogos habían afirmado que acertarían al menos el 50% de las veces, lo que ya es de por sí significativo, puesto que ningún científico aceptaría una hipótesis con un 50% de error. Pese a ello, el experimento se llevó a cabo.

Supongo que no hará falta decir cuál fue el resultado. Los astrólogos acertaron exactamente un tercio de las veces, lo que demostró con contundencia que la astrología no funciona en absoluto. Lo que correspondería en este caso, obviamente, es desechar por completo una hipótesis manifiestamente falsa. Y aún así los astrólogos continúan ejerciendo su oficio y haciéndose pasar por sabios.

Cultura científica

La falta de cultura matemática a la que me he referido en otras ocasiones forma parte, por supuesto, de un problema más amplio, la falta de cultura científica. Tampoco en esto me refiero a aprendernos de memoria fórmulas que nunca volveremos a utilizar, sino a conocer y comprender los conceptos básicos. Y ninguno más básico que el método científico.

Se quejaba Don Arturo Pérez Reverte en un artículo de que un chico podía terminar el bachillerato sin haber estudiado latín. No seré yo quien le discuta la conveniencia de estudiar esa lengua, pero a mí me parece más grave que los alumnos se pasen años estudiando ciencias sin que nadie les explique correctamente sus bases. En mi caso esas bases no se estudiaban hasta tercero de BUP, como una pequeña parte de la asignatura de filosofía. Ignoro si eso habrá cambiado, pero sospecho que no.

En realidad, debería hablar de métodos científicos, puesto que hay muchas ramas diferentes de la ciencia, y cada una con su propia metodología. A grandes rasgos, hay tres grandes grupos de ciencias:

- Las ciencias axiomático-formales, básicamente las matemáticas y la lógica
- Las ciencias descripitivas, de las que puede ser ejemplo la historia
- Las ciencias empírico-experimentales, de las que la física es el paradigma.

Cuando hablamos de ciencia, normalmente estamos pensando en el tercer grupo, y cuando hablamos de método científico, solemos referirnos al método general de estas ciencias. Veamos brevemente en que consiste.

Partimos de la observación de unos hechos que queremos explicar, y el primer paso para ello es establecer una hipótesis. No sirve cualquier hipótesis, claro está. Tiene que ser coherente con los hechos que pretende explicar y, sobre todo, ser verificable. O falsable, que sobre esto habría bastante que decir. Una hipótesis que no puede someterse a prueba es, evidentemente, inútil.

El siguiente paso es someter la hipótesis a prueba, ya sea mediante experimentación controlada o por otro procedimiento. Obviamente hay cosas con las que no es posible experimentar, ya sea por razones éticas o por que es materialmente imposible.  Eso no quiere decir que no se pueda someter a prueba. Un ejemplo que me viene a la mente es el descubrimiento del planeta Plutón. Antes de ser observado ya se había predicho como explicación a la órbita de Neptuno. La observación confirmó la hipótesis.

Si las pruebas confirman la hipótesis esta pasa a ser una teoría científica. Y es importante recalcar la palabra teoría. En ciencia todo es provisional, los dogmas quedan fuera de su campo. Naturalmente, si las pruebas no confirman la hipótesis ésta debe ser rechazada o, cuando menos, quedarse en mera hipótesis hasta que sea posible confirmarla con nuevas pruebas.

Sin necesidad de ser científicos, tener presente esta metodología nos ayudaría a no dejarnos engañar por las pseudociencias, supersticiones y teorías de la conspiración. Nos ahorraría, por ejemplo, la manida frase los científicos no encuentran otra explicación que se utiliza como argumento para todo. Los científicos posiblemente tengan otras explicaciones, pero si no pueden probarlas son meras hipótesis y no suelen lanzarlas a los cuatro vientos, que es lo que hacen quienes usan semejante argumento.

Nos ayudaría también a valorar en su justa medida (que suele ser cero) las elucubraciones de los que ven templarios, rosacruces o extraterrestres por todas partes, dan un montón de supuestas pruebas que no prueban nada y, cuando se les rebaten una por una, acaban diciendo que hay muchos indicios. Si alguna vez me tiene que juzgar un jurado, espero que los miembros tengan un poco más claro qué es una prueba, qué es un indicio y qué es una chorrada.

jueves, 14 de julio de 2011

José Antonio Labordeta

Habrá un día en que todos,
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad

Antes del advenimiento de la era digital, era una práctica frecuente grabar las canciones que emitía la radio en cintas de casette. Olvidada en algún cajón debo de tener todavía una de estas viejas cintas. No la grabé yo, y por eso no supe durante mucho tiempo de quién eran dos de las canciones que contenía y que me llamaron mucho la atención siendo adolescente. Una de ellas, que no estaba entera en la cinta, decía así:

Hay que defender la tierra, el agua, el ferrocarril,
antes de que vengan otros y los hagan producir.
Y los hagan producir llevándose su provecho
y a nosotros nos contenten con el trabajo bien hecho.
Con el trabajo bien hecho solo el buey siente alegría,
que el hombre, además de eso, sabe lo que es plusvalía.

Muchos años después supe que esta canción es de José Antonio Labordeta. A él pertenecen también los versos que encabezan esta entrada, tomados de Canto a la libertad. Una canción que pasa por ser himno oficioso de Aragón y que debería ser un himno para la humanidad entera. Conocido sobre todo por su faceta de músico y por su programa de televisión Un país en la mochila, este licenciado en filosofía y letras, escritor, político y poeta aragonés fue siempre un defensor de la causa de la libertad.

Meses antes de su muerte compré un libro suyo, Memorias de un beduino en el Congreso de los diputados, en el que habla de su experiencia como diputado entre los años 2000 y 2008. La arrogante displiciencia de ciertos diputados de las mayorías, cuando no el ignorante desprecio que se plasmaba en descalificaciones como canta, cantautor de las narices, colmaron el vaso de su paciencia y provocaron su célebre salida de tono ¿No puede uno hablar aquí o qué? Coño, a ver si no puede uno hablar aquí. A la mierda, joder.

La anécdota es bien conocida y ha quedado para la historia en los diarios de sesiones. En el libro que menciono recoge otras muchas de las que nunca llegan al público. Como esta conversación que ilustra muchas cosas:

- Tú -me dijo un colega-, con ese currículo, nunca llegarás a nada en esto de la carrera política.
- Es que no quiero llegar a nada.
- Entonces ¿qué haces aquí?
- Eso mismo me pregunto cuando la realidad es borde y los sueños se quedan en las cierceras monegrinas de los grandes secanos.
- Vuélvete a casa.
- En cuanto pueda.
He escrito varias veces sobre lo que creo que habría que hacer para mejorar nuestra democracia, para que fuera más limpia, representativa y participativa, sobre cambios en las leyes electorales y reformas constitucionales. Pero a veces me pregunto si lo que necesitamos en realidad no será llenar el Congreso de Labordetas.


miércoles, 13 de julio de 2011

Notas sobre el conflicto palestino-israelí (II)

No descubro ningún secreto si digo que el conflicto entre israelíes y palestinos es asimétrico, con una abrumadora diferencia de medios entre ambos bandos. Pese a ello, tendemos a equiparar los actos de violencia de unos y otros considerándolos equivalentes, y no es así. No voy a entrar en la diferente motivación, porque ninguna motivación justifica un asesinato, sino en la capacidad de unos y otros para evitar la violencia.

Las palabras no son neutras. Hablar de territorios palestinos nos hace creer que están bajo su control, y hablar de territorios ocupados nos lleva a la creencia implícita de que hay territorios libres. Y ambos puntos son más que cuestionables.

Cisjordania constituye la mayor parte del territorio nominalmente palestino. Con independencia de la división administrativa de la Autoridad Nacional Palestina, hay otra división mucho más importante, en zonas denominadas A, B y C. Solo en las zonas A la ANP tiene la autoridad civil y el control de seguridad. En las zonas B tiene la autoridad civil, pero el control de seguridad está a cargo de Israel, y en las zonas C tanto la autoridad civil como el control de seguridad son ejercidos por Israel.

Ahora bien, las zonas A constituyen solamente el 17% del territorio de Cisjordania, las zonas B el 24% y las zonas C el restante 59%. De modo que solo la sexta parte de Cisjordania está realmente bajo control de la ANP, en el resto la seguridad corresponde a Israel, y en tres quintas partes del territorio el control de Israel es completo. Peor aún, estas zonas están fragmentadas en 227 áreas separadas y aisladas entre sí, la mayoría de las cuales no llega a dos kilómetros cuadrados.

Las cifras tal vez no nos den una idea cabal de lo que esto significa en términos de control del territorio. En el mapa, más intuitivo, lo podemos apreciar con más claridad. Las zonas A, las únicas en las que la ANP tiene el control de seguridad, son las manchas pardas, las amarillas son las zonas B, sometidas a la autoridad civil palestina pero con control de seguridad israelí. Todo lo demás, la mayor parte, está bajo control absoluto de Israel.

Si a esto le añadimos que los medios materiales de la ANP son irrisorios en comparación con los israelíes, llegamos al punto con el que comenzaba esta entrada. ¿Qué capacidad real tienen las autoridades palestinas para reprimir a los violentos, como le exige Israel?

Insisto, no hay justificación para un asesinato, pero la diferencia es evidente. La ANP dificilimente puede evitar los actos violentos de los palestinos, mientras que los actos de violencia de los israelíes son actos de Estado. En estas condiciones exigir, desde Estados Unidos o desde Europa, lo mismo a ambas partes como si fueran iguales es pura hipocresía.


Notas sobre el conflicto palestino-israelí (I)

Tenía pensado escribir una breve entrada sobre Theodor Herzl, los orígenes del sionismo y del Estado de Israel, que me parecen importantes para entender correctamente el conflicto entre israelíes y palestinos. Pero al repasar libros para documentarme me he dado cuenta de que hay otras cuestiones que son aún más importantes. Tenemos, en general, algunas ideas erróneas que convendría revisar.

En primer lugar deberíamos desechar la idea generalmente aceptada de que Israel es una democracia equiparable a las europeas. Israel se define oficialmente como un Estado judío, y eso marca la totalidad de su política interior y exterior, incluyendo los principios democráticos. Yo no era consciente de todo lo que esto implica hasta que leí, en el año 2004, un impresionante libro del destacado intelectual israelí y judío Israel Shahak.

Nacido en Varsovia en 1933, Shahak fue deportado con su familia al campo de Bergen-Belsen en 1943, se estableció en Israel en 1948 y se doctoró en química, vivió en un Kibutz y sirvió en el ejército. Empezó a adoptar una postura crítica a raíz de la guerra de Suez, según cuenta él mismo, aunque no empezó su actividad política hasta 1965, con una protesta por un hecho que consideró escandaloso. Desde entonces, y hasta su fallecimiento en 2001 simultaneó su profesión como profesor universitario con una intensa actividad en favor de los derechos humanos.

A él le debo la comprensión del verdadero significado de un Estado judío. Por ejemplo, a principios de la década de 1980 surgió una minoría crítica de judíos israelíes que se oponían a ese concepto. La reacción fue la aprobación en 1985 de una ley constitucional que prohibe presentarse a las elecciones a cualquier partido que se oponga al principio de un Estado judío o pretenda cambiarlo, aún por medios democráticos.

Pero las implicaciones van mucho más allá. Oficialmente, Israel pertenece a las personas que las leyes definen como judías, vivan donde vivan, y no pertenece a los no judíos, aún cuando tengan ciudadanía israelí. Ahora bien, según las leyes israelíes, son judías todas las personas cuya madre, abuela, bisabuela o tatarabuela fuera judía, siempre que no se hayan convertido a otra religión, y las personas convertidas al judaísmo de manera satisfactoria para las autoridades israelíes. Estamos lejos de sospechar lo que eso implica. Un ejemplo expuesto por Shahak lo ilustra perfectamente. Si una tribu peruana se convierte al judaísmo, tiene inmediatamente derecho a la ciudadanía israelí. Parece una broma pero no lo es, eso sucedió realmente, y fueron asentados en Cisjordania.

La denominación oficial de judío se utiliza además para aplicar leyes discriminatorias que consideraríamos inconcebibles en otros Estados.  Por ejemplo, el 92% de la tierra es propiedad del Estado y está administrada por la Autoridad de la Tierra. A los no judíos se les prohibe residir o abrir un negocio en esta "tierra nacional". Tampoco se permite a los no judíos, aún teniendo nacionalidad israelí, trabajar esas tierras. Aunque esa ley no se aplique estrictamente, de vez en cuando el Ministerio de Agricultura realiza una campaña para erradicar esa pestilencia.

Estos hechos y otros similares son poco conocidos y difundidos en occidente, y cuando alguien los saca a la luz suele ser tachado inmediatamente de antisemita. Pero ni la verdad es antisemitismo, ni ocultarla hace ningún favor a nadie. Si somos críticos con los estados que se definen como islámicos, también debemos serlo con un Estado que se define como judío.

La conclusión de todo esto no tiene nada que ver con el judaísmo como religión, sino con Israel como Estado democrático. Sería seguramente exagerado decir que es una teocracia, pero desde luego no es tampoco una democracia en el mismo sentido en que la entendemos en Europa. Es un dato a tener en cuenta a la hora de aproxmimarnos al conflicto palestino-israelí, a su complejidad, y a sus posibles soluciones.

Azar, probabilidad, triunfadores y fracasados

Aunque seamos conscientes de que hay acontecimientos fortuitos, no nos gusta pensar que el azar tiene un papel muy relevante en nuestras vidas. De hecho, con frecuencia buscamos explicaciones para hechos que pueden explicarse perfectamente por la teoría de la probabilidad. Veamos un ejemplo.

Supongamos que la probabilidad de que un analista medio acierte en sus predicciones sobre la bolsa es de 1/2. No es una cifra real, la tomo arbitrariamente para el ejemplo para facilitar los cálculos. Eso significa que en dos predicciones, tendrá una probabilidad de 1/4 de acertar las dos veces, otro tanto de fallar ambas y 1/2 de acertar una vez y fallar otra. Para un número mayor de predicciones las probabilidades se pueden calcular mediante el binomio de Newton, que no voy a desarrollar aquí, solo me interesan los extremos y para eso no lo necesitamos. Para diez predicciones, la probabilidad de acertarlas todas sería de 1/1024, igual que la de fallarlas todas.

Pensemos ahora un grupo muy numeroso de analistas bursátiles. Si en un período dado tienen que hacer diez predicciones con esa probabilidad, la mayoría acertarán aproximadamente la mitad de las veces,. Un reducido grupo de ellos,  uno de cada 1024, acertará todas las veces y serán tenidos por unos linces y unos triunfadores, mientras que otros tantos fallarán todas las veces y serán tenidos por unos incompetentes y fracasados. En realidad, en un caso así no habría razón para pensar que haya diferencia entre unos y otros, aparte de que unos hayan caído en el lado bueno y otros en el lado malo de la probabilidad. Obviamente es un ejemplo teórico. En realidad habrá efectivamente unos profesionales mejores que otros, pero antes de encasillarlos habría que ver si sus resultados se desvían significativamente de lo que se puede esperar por simple cálculo de probabilidades.

Este razonamiento podría tal vez aplicarse a otras muchas situaciones que quizá no nos planteamos de esa manera: la probabilidad de superar un examen, de ganar un partido de fútbol o de obtener un puesto de trabajo en una entrevista. Normalmente atribuimos el éxito o fracaso en esas situaciones a lo que ha estudiado el alumno, el talento y entrenamiento de los jugadores, o la cualificación académica y profesional del trabajador.  Y con razón, porque todo eso es muy importante y seguramente el factor más decisivo en cada caso. ¿Pero no juega también el azar su pequeño papel? El buen estudiante se puede encontrar en el examen con la pregunta que menos ha preparado y el malo con la única que se sabe. El mal jugador de fútbol puede meter un gol cuando trata de pasarle a un compañero, y el bueno fallarlo por una racha de viento. En una entrevista el trabajador eficiente puede causar mala impresión porque al entrevistador le recuerda al gilipollas de su cuñado, y el inepto buena por que le recuerda a su hijo.

En uno de sus libros, el matemático John Allen Paulos, del que hablé en otra entrada, se pregunta si las personas que consideramos fracasadas no estarán simplemente atascadas en el lado malo de la probabilidad. Es una buena pregunta. Como en el ejemplo de los analistas, habría que ver si sus resultados en la vida se desvían significativamente de lo que puede explicar la probabilidad. Y como en el ejemplo de los analistas, no significa que podamos utilizar la probabilidad para justificarlo todo.  Como no vamos a pasarnos la vida haciendo cálculos de probabilidades, lo mejor que podemos hacer es pensárnoslo dos veces antes de encasillar a alguien.

Claro que para llegar a esa conclusión no hacía falta ningún razonamiento matemático, es una regla elemental de convivencia. Pero resulta divertido soltárselo a los que "enseguida calan a la gente" y encasillan a todo el mundo, y ver la cara de gilipollas que se les queda. Nunca se convencen, pero al menos me río un rato.

martes, 12 de julio de 2011

Matemáticas y discriminación

La distribución normal o campana de Gauss es muy frecuente tanto en la naturaleza como en los fenómenos humanos. La mayoría de los valores se agrupan en torno a la media, mientras que los valores que se alejan de ella son cada vez menos frecuentes, siguiendo una distribución simétrica. Un ejemplo característico puede ser la estatura, hay un elevado número de personas de estatura media, mientras que los muy altos o muy bajos son pocos.

Gráfico 1
Imaginemos dos poblaciones de diferente tamaño pero con idéntica estatura media. Puede ser un país grande y uno pequeño, o una minoría dentro de una población mayor. Llamémoslas A y B y digamos que la población A representa el 90% y B el 10%. En el gráfico 1, A sería la línea roja y B la verde. Intiuitivamente quizá pensemos que en un subgrupo de personas muy altas (o muy bajas) seguirá habiendo un 90% de individuos de A y 10% de B, pero no es así. Entre los muy altos habrá un porcentaje mayor de A y menor de B, como se aprecia en el gráfico. Si cambiamos la estatura por otra característica, por ejemplo, la cualificación académica, igualmente entre los muy cualificados (o los muy poco cualificados) habrá un número de miembros de A mayor de lo que podríamos pensar por el porcentaje que representan en la población total.

¿Quiere esto decir que todo lo que parezca discriminación contra las minorías se puede achacar a la distribución normal? Ciertamente no, la discriminación contra ciertos colectivos es real. Si hay tan pocos catedráticos o jueces gitanos no es solo porque sean minoría, sino porque existe también una discriminación real contra este colectivo. Pero la campana de Gauss es una imagen que deberíamos tener en mente a la hora de decir qué es discriminación y hasta qué punto, y qué no lo es.

Gráfico 2
Veamos otro caso posible. Imaginemos ahora que las poblaciones A y B tienen idéntico tamaño, pero los miembros de B son ligeramente más altos en promedio. Esto se representa visualmente en el grafico 2. En este caso, aunque la diferencia de estatura media sea pequeña, los muy altos, a la derecha de la línea azul, serán pertenecerán mayoritariamente a la población B, y los muy bajos a la población A. Imaginemos una hipotética y extravagante empresa que solo contrata castellano-manchegos y canarios. Ambas comunidades tienen una cifra similar de población. Si suponemos que los canarios tienen una cualificación académica media ligeramente superior (es una simple suposición para el ejemplo), nos podríamos encontrar que la gran mayoría de los puestos directivos estarán ocupados por canarios, y la mayoría de los puestos de baja cualificación por castellano-manchegos.

¿Podríamos deducir de este hipotético caso que no existe discriminación? Podríamos deducir que la discriminación, de haberla, estaría en la formación que reciben unos y otros, y no en los responsables de contratación en la empresa. Es otra imagen que deberíamos tener en mente a la hora de decidir qué es discriminación y qué no lo es. O, en este ejemplo, dónde se produce.

lunes, 11 de julio de 2011

Matemáticas para la vida

Cuando era estudiante el psicólogo del centro me dijo que yo tenía una mentalidad muy crítica y analítica. Tal vez sea por eso que tengo una cierta afición a las matemáticas, no tanta como para profundizar en su estudio pero sí para leer de cuando en cuando libros de divulgación sobre el tema. También me gustan los acertijos y pasatiempos lógicos y matemáticos. El caso es que siempre me sorprende el escaso interés que la mayoría de la gente muestra por esta ciencia, que yo encuentro utilísima.

Si a cualquiera de nosotros nos dicen que el precio de un producto sin impuestos son 100 euros y el IVA es el 18%, estoy seguro de que todos calcularemos sin problemas el precio final, 118 €. Si por el contrario nos dicen que el precio final son 100 euros con IVA, es sorprendente la cantidad de personas que tienen dificultades para hallar el precio sin IVA, 84,76€.  Es un ejemplo trivial de nuestra falta de dominio de las matemáticas.

Es una cuestión más seria de lo que parece, porque tener un cierto conocimiento de la ciencia matemática no solamente es importante para numerosas cuestiones prácticas o profesionales, sino que es extraordinariamente útil para entender e interpretar el mundo que nos rodea. No se trata de tener unos conocimientos profundos y exhaustivos, sino de conocer y comprender algunos conceptos básicos.

Hace unos días hablaba de los errores de interpretación a que puede llevar la confusión entre media, mediana y moda, y la práctica habitual en los medios de comunicación de ofrecernos solo la primera. Añado ahora que la media, como cualquier medida de posición, es prácticamente inútil si no va acompañada de una medida de dispersión como la desviación típica. En el colegio nos enseñaron a calcularla, pero poco o nada nos dijeron de su utilidad.

Imaginemos una pequeña sociedad formada por diez personas, la mitad de ellas tienen unos ingresos de 99 euros y la otra mitad 101.  En una segunda sociedad igualmente de diez personas nueve de ellas ganan 1 euro y una gana 991 euros. La media en ambos casos es 100, y si solo tenemos ese dato podemos creer que ambas son similares. El dato que nos indicaría que no lo son es la desviación típica, 1,05 en el primer caso y 313,06 en el segundo.

Veamos un ejemplo más trivial de absurdos matemáticos: recetas de cocina. Se publican a menudo en revistas o libros de cocina recetas que requieren, por ejemplo, una taza de arroz, una cucharada de aceite, tres tomates pequeños, un chorrito de vino, una pizca de sal y pimienta a gusto. Y al final señala que la ración contiene 761 calorías. El uno es totalmente absurdo, y el seis más que dudoso. Lo más sensato sería decir que contiene entre 700 y 800 calorías. Claro que a menos que estemos a dieta, este ejemplo es anecdótico. El problema es que el desconocimiento de las matemáticas puede tener consecuencias más serias. Lo ilustraré con una anécdota.

Cuando se reformó la Ley General de Seguridad Social para el cálculo de pensiones se estableció que las bases de cotización utilizadas en el cómputo se actualizarían según el IPC. Yo me encontraba entonces realizando un curso de recursos humanos y, para mi sorpresa, el ponente encargado de este tema, abogado de profesión, realizó incorrectamente el cálculo debido a un evidente desconocimiento de cómo funcionan los números índices. Se puede decir en su descargo que la reforma era aún reciente y que, como abogado, era hombre "de letras". Pero el hecho es que el resultado era una pensión sensiblemente inferior a lo que correspondería en realidad.

Afortunadamente solo era un ejercicio y nadie se vio perjudicado en su economía, pero me hace preguntarme cuántos profesionales cometerán este tipo de errores sin ser siquiera conscientes de ello. Sobre todo porque la anécdota no es un hecho aislado, me he encontrado en otras ocasiones casos similares, contar todas las anécdotas de este tipo que he vivido no daría tal vez para un libro, pero sí para una buena serie de artículos. Y no solo son las cuestiones de práctica profesional, el desconocimiento de principios matemáticos básicos repercute mucho en nuestra cultura y nuestra capacidad de entender el mundo en que vivimos.

La raíz del problema está, creo yo, en una deficiente enseñanza de esta ciencia en los centros educativos, demasiado centrada en fórmulas, métodos y cálculos y demasiado poco centrada en conceptos y aplicaciones prácticas. La mayoría de las personas terminan la enseñanza obligatoria pensando que las matemáticas son difíciles y aburridas, y no es así. Por supuesto que pueden ser muy complejas, como cualquier ciencia, pero hay muchos conceptos matemáticos útiles que son muy sencillos de entender. Valga como ejemplo la teoría de los juegos, que ha alcanzado un considerable grado de complejidad. Y sin embargo, el dilema del prisionero que exponía en otra entrada lo puede entender cualquiera.

Afortunadamente, hay matemáticos que dedican parte de su tiempo a escribir libros de matemática recreativa o de divulgación de forma asequible a todos. El ejemplo de la receta lo he tomado de uno de esos libros, del matemático estadounidense John Allen Paulos. Tengo varios libros suyos, pero os voy a recomendar solo dos: Un matemático lee el periódico, del que he cogido el ejemplo de las recetas, y El hombre anumérico. No encontraréis en ellos complicadas fórmulas ni cabalísticos razonamientos, solo conceptos y ejemplos sencillos que pueden ayudarnos a entender mejor la realidad.

sábado, 9 de julio de 2011

Sindicalismo y neoliberalismo



La policía ataca una manifestación. Chicago 1 mayo 1886

No me ha sorprendido mucho leer hace poco, lamento no recordar dónde, que las condiciones de trabajo deberían negociarse directamente entre trabajador y empresario a través del contrato.  Tampoco me ha sorprendido demasiado leer en un artículo de un tal José Ramón Rallo, publicado en un periódico digital muy expresivamente llamado Libremercado el siguiente párrafo:

Planteémoslo desde otra perspectiva. Imagine que los representantes de los compradores de inmuebles se reúnen con los representantes de los propietarios de inmuebles y ambos firman un convenio colectivo dirigido a regular las condiciones de la compraventa de viviendas. Si los propietarios logran imponer una cláusula que establezca, por ejemplo, que el precio mínimo de los inmuebles, sea cual sea su superficie, localización o calidad, será de 150.000 euros, ¿qué cree que sucederá? Pues que muchos pisos que podrían haberse enajenado por menos de 150.000 euros ahora quedarán fuera del mercado.

No me sorprende porque hace mucho que vienen insistiendo machaconamente en que la negociación colectiva produce "rigideces" en el mercado de trabajo que están en la raíz de todos los males. Como los pobrecitos empresarios no pueden bajar los salarios, tampoco pueden bajar los precios y por eso no salimos de la crisis. Y os juro que no me estoy inventando semejante argumento, lo he leído en un manual de economía muy recientemente. Se olvidan convenientemente de mencionar, claro está, los costes empresariales, es decir los beneficios. Pero eso no me interesa por ahora.

Olvidaos del principio el trabajo no es una mercancía, recogido por la OIT en la Declaración de Filadelfia. Para esta gente somos exactamente eso: mercancía equiparable a una vivienda o a cualquier otro bien que se puede comprar y vender. ¿Qué es lo que querrían?

En los inicios de la época industrial y de auge de la teoría económica liberal, los sindicatos estaban sencillamente prohibidos. Gran Bretaña los prohibió por las Combination acts de 1799 y 1800, la Francia revolucionaria por la ley Le Chapelier de 1791. No solo eso, sino que el asociacionismo obrero se perseguía penalmente, tipificándolo como delito de conspiración, maquinación para alterar el precio de las cosas o, en el caso de España, delito contra la propiedad según el Código Penal de 1822. Eso es lo que querrían.

Naturalmente no lo pueden decir de esa manera aunque al señor Rallo le ha faltado poco, porque solo conseguirían que nos acordasemos de sus santas madres aunque no tengamos el placer de conocerlas.  Actúan de un modo más sutil.

En primer lugar insistiendo una y otra vez en sus argumentos, sabiendo que los economistas que les desmentirán, que los hay, no tienen el mismo acceso a los medios que ellos. En segundo lugar, valiéndose de los organismos, nacionales e internacionales,  que han asumido el neoliberalismo.  Como ya dije en otra ocasión, es muy significativa la difusión que alcanzan los informes del FMI en comparación con los de la OIT. Y, una vez que consiguen crear las condiciones necesarias, con cambios graduales revestidos en el disfraz de reformas destinadas a salir de la crisis.

En este contexto deberíamos entender la reciente reforma de la negociación colectiva en España, que mediante cambios en apariencia poco significativos sirve para debilitar la posición negociadora de los trabajadores. Por ejemplo, mediante la reforma del artículo 84 del Estatuto de los trabajadores para que los convenios de empresa puedan modificar los de ámbito superior.

Se pueden hacer muchas críticas, y lo haré, a los sindicatos, a su evolución, su representatividad y su actitud ante la crisis y el desmantelamiento del modelo social europeo. Pero sin perder de vista que los sindicatos y la negociación colectiva son un gran logro que ha costado mucho conseguir, y que todavía son un dique de contención contra la marea neoliberal. Prescindir de ellos sería retroceder doscientos años en la historia.

jueves, 7 de julio de 2011

Literatura popular

"El vulgo es necio y, pues lo paga, es justo". Lope de Vega
El gran éxito de los relatos de Sherlock Holmes llegó a disgustar tanto a Sir Arthur Conan Dolye, que quería escribir otros libros que consideraba más importantes, que decidió matar al personaje para no tener que escribir más relatos. La reacción del público fue tal que los jóvenes seguidores llegaron a ponerse brazaletes de luto y llamarle asesino, pese a lo cual el autor se mostró inflexible... hasta que los editores le ofrecieron una suma tal que Sir Arthur se dijo: "Después de todo, si el público se empeña en que Sherlock Holmes siga haciendo de las suyas, ¿por qué he de ser yo tan remilgado?"

Esta anécdota figura en la nota preliminar a la edición que poseo de El sabueso de los Baskerville. Como señala el autor de esa introducción, ya Lope de Vega había dicho lo mismo con menos escrúpulos y más cinismo, y en ambos casos el vulgo tenía razón. A él le debemos seguir disfrutando de las grandes obras del dramaturgo y de las aventuras del egocéntrico, misógino y drogadicto detective (¡qué políticamente incorrecto resulta hoy!)

Hace algunos años recuerdo haber leído una entrevista a un escritor cuyo nombre no recuerdo, al que le preguntaron su opinión sobre los libros de Harry Potter. Contestó (cito de memoria) que algunos de sus amigos le decían que sus hijos empezaban leyendo Harry Potter y acabarían leyendo a Stephen King, lo que según él era empezar leyendo basura para acabar leyendo más basura. En mi opinión, eso dice menos de los libros en cuestión que del entrevistado: un pedante. El mismo tipo de pedante que llamaba a Galdós ramplón y garbancero.

Si los ejemplos de Galdós, Lope o Doyle no bastan, bastará recordar que grandes obras de la literatura se escribieron con vocación de literatura popular, o lo fueron sin pretenderlo. El lazarillo de Tormes o El Quijote, por ejemplo. Y aún aquellas que no alcanzarán la consideración de éstas cumplen su función de entretener. Las cuatro novelas que yo he leído de Stephen King me resultaron entretenidas, y no veo que eso tenga nada de malo.

Si, como dijo alguien, los libros son el alimento del espíritu, las novelas populares serían las chuches. ¿Y a quién no le gusta comer un caramelo? Mientras no haya que decirnos, como a los niños, que no podemos alimentarnos solo de golosinas, todo va bien.

miércoles, 6 de julio de 2011

La destrucción anunciada de los servicios públicos

El título de esta entrada es el de un capítulo de un libro que estoy releyendo: El imperio frente a la diversidad del mundo, de Sami Naïr, publicado en 2003. Hablaré de este libro en otra ocasión. Ahora me interesa este capítulo que trata, como indica su título, del desmantelamiento de uno de los pilares básicos del Estado social. Naïr parte en este capítulo de unas bases que yo comparto plenamente. No puedo expresarlo mejor que él, así que copio unos fragmentos:

[Los servicios públicos] son el símbolo de un modelo social y cultural que se niega a tener como único referente el mercado. La empresa pública es el único sector que sigue encarnando una deliberada sumisión de lo económico a lo humano, la primacía del desarrollo social (integración, solidaridad, igualdad) frente a la rentabilidad económica a corto plazo.

En efecto, las inversiones en servicios públicos son en su mayoría inversiones cuantiosas y a muy largo plazo. La educación, la sanidad, las infraestructuras de transporte y comunicación, el abastecimiento de bienes de primera necesidad (agua, energía) son sectores de actividad cuya "rentabilidad" no es efectiva sino cuando han pasado muchos años. La continuidad en el esfuerzo de inversión es, pues, fundamental. En cambio, las experiencias de privatización llevadas a cabo en ciertos países europeos muestran que el sector privado no está en condiciones de responder a esta exigencia.

Además, los servicios públicos cumplen una función "social" que ninguna empresa privada está dispuesta a asumir.

Este es el punto de partida de Naïr. Sin embargo, en la construcción de la Unión Europea solo se intentó la construcción de un mercado en libre competencia, y es sabido que en ese tipo de mercado los servicios públicos se consideran un obstáculo. No entraré en el interesante análisis de los tratados que sigue, pero sí señalaré que, según él, las privatizaciones vienen impulsadas por la Comisión. La Comisión está formada por representantes de los Estados designados por los gobiernos, y no elegidos por los ciudadanos. Y, muy importante, tiene la iniciativa legislativa. Vuelvo a citar:

La Comisión prefiere defender el concepto estadounidense de "servicio universal", que implica el suministro a todos los usuarios de unas prestaciones mínimas a un precio asequible. Las obligaciones de continuidad y de calidad son casi inexistentes, y provocan unas desigualdades clamorosas entre quienes deben contentarse con estos servicios y quienes pueden pagarse servicios (en este caso, privados) de calidad.

Ciertos estados parecen intentar resistirse a la política de desmantelamiento elaborada por la Comisión. Pero sin éxito. [...] Con frecuencia, la resistencia de los gobiernos, ya sean conservadores o social liberales, sólo es aparente a no ser que se apoye en poderosos movimientos sociales. [...] Lo esencial, para ellos, es evitar que estas privatizaciones provoquen agitaciones sociales demasiado grandes [...] Los primeros elaboran las condiciones para la privatización, mientras que los segundos "se resisten" verbalmente con el fin de evitar las reacciones del cuerpo social hasta que la privatización se convierte en una necesidad ineludible para la supervivencia de la empresa. Primero se crean las condiciones para la dependencia, y a continuación se nos dice que lo único que se puede hacer es asumirla.

Por último, la gestión privada de las empresas públicas no ha demostrado hasta el momento su superioridad. Todo lo contrario.

Quiero hacer aquí un inciso para recalcar que todo esto no son afirmaciones gratuitas de un pobre indocumentado como yo. Sami Naïr es doctor en filosofía política y en letras y ciencias humanas, catedrático de ciencias políticas, ha sido eurodiputado (aún lo era cuando escribió el libro) y ha ocupado diferentes cargos de alto nivel en la administración francesa, entre otras cosas. Además, todas las afirmaciones que hace en este capítulo están apoyadas por ejemplos demostrables.

La última frase del capítulo dice así:

La educación y la sanidad aún no han sido mencionadas por la Comisión, pero en la medida en que lo son por los socios de los europeos  en el marco de la OMC ¿cómo no pensar que se incluirán pronto en la orden del día?

Sin duda, acertó de pleno. Ocho años después de que lo advirtiera, sanidad y educación ya están en la picota.

Todo esto no es motivo para oponernos a la integración de Eruopa. Yo no lo creo, y Naïr dedica a ello otro capítulo del mismo libro. Lo que necesitamos es avanzar hacia una verdadera unión, no solo económica, sino también política y social. Pero eso es a largo plazo y es tema para otro día. Ahora nos debería agobiar el corto plazo, nos están desmantelando el Estado social a marchas forzadas con la coartada de la crisis. Y lo único que puede evitarlo, como ya señaló Naïr hace ocho años, es la reacción de los ciudadanos, los movimientos sociales amplios. No podemos quedarnos impasibles mientras nos empujan hacia un neoliberalismo rampante, nos jugamos mucho todos y cada uno de nosotros.

martes, 5 de julio de 2011

Derechos constitucionales, sus diferencias y su protección

Existe un cierto desconocimiento de los derechos que reconoce la Constitución y sus niveles de protección. Por ejemplo, recientemente he comprobado que hay personas que consideran que es inconstitucional que un banco se quede con tu vivienda si no puedes pagar la hipoteca, porque el artículo 47 dice que todos los españoles tienen derecho a disfrutar a una vivienda digna y adecuada.

Dejando aparte el hecho de que disfrutar no implica tener en propiedad, esta creencia nace de una lectura incompleta o una interpretación errónea de la Constitución. No todo lo que la Constitución enuncia como derechos son realmente derechos subjetivos que se puedan exigir ante un tribunal y, entre los que sí lo son, no todos tienen el mismo nivel de protección. Los derechos y deberes se desarrollan en los capítulos segundo y tercero del título I, y su garantía y protección en el capítulo cuarto.

Cap II. Derechos y libertades
  • Secc. 1ª De los derechos fundamentales y de las libertades públicas
  • Secc. 2ª  De los derechos y deberes de los ciudadanos
Cap III. De los principios rectores de la política social y económica
Cap IV. De las garantías de las libertades y derechos fundamentales

Esta estructura es importante porque según en qué capítulo y sección se recojan tienen un tratamiento y protección diferentes, tal como se establece en los artículos 53, 81 y 161.

Así, el artículo 53.1 dice que los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo segundo del presente título vinculan a todos los poderes públicos, mientras que el 53.2 dice que el reconocimiento, el respeto y la protección de los principios reconocidos en el Capítulo tercero informarán la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos.

Esto quiere decir que, aunque se enuncien como derechos, los recogidos en el capítulo tercero no son derechos individuales exigibles ante un tribunal sino, como expresa el enunciado de ese capítulo, principios que deben orientar la política. Además añade el artículo 53 que los derechos recogidos en el capitulo segundo solo pueden regularse por ley y que se tutelarán mediante el recurso de inconstitucionalidad, lo que no se exige para los del capítulo tercero.

Por otra parte, el artículo 53.2 establece que cualquier ciudadano puede recabar la tutela de los derechos reconocidos en la sección primera del capítulo segundo mediante un procedimiento sumario y preferente ante los tribunales ordinarios, y mediante el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Además, el art. 81 establece que estos derechos deben desarrollarse por ley orgánica, al contrario que los de la sección segunda, que solo exigen ley ordinaria (y por lo tanto se pueden regular también por decreto-ley),

En resumen, tenemos tres niveles de derechos constitucionales:

a) Los recogidos en la sección 1ª deben regularse por ley orgánica, contra la que podrá interponerse recurso de inconstitucionalidad. Su tutela se puede recabar por procedimiento preferente y sumario, y mediante recurso de amparo.

b) Los recogidos en la sección 2ª se regulan por ley ordinaria, se puede interponer contra ella recurso de inconstitucionaliad, pero contra su violación no cabe recurso de amparo. Se tutelan por procedimiento ordinario, sin preferencia ni sumariedad.

c) Los recogidos en el capítulo 3º son solo principios que deben orientar la política del Estado.

Así pues, volviendo al ejemplo del principio, el embargo de la vivienda no es inconstitucional. No sólo porque, como decía, disfrutar no implica la propiedad sino porque este derecho se recoge en el capítulo tercero y por lo tanto no es un derecho subjetivo sino un principio general. Se puede reclamar ante los tribunales por una violación de la ley que lo desarrolle, pero no el derecho en sí

Se viene hablando últimamente de la necesidad de reformar la Constitución. Y me parece bien, yo mismo he expresado esa opinión en este blog. Pero para saber qué queremos reformar necesitamos saber y tener claro lo que tenemos ahora.

sábado, 2 de julio de 2011

El Estado social

El primer artículo de nuestra Constitución dice que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho. No creo que sea necesario extenderme sobre lo que es un Estado de Derecho y, aunque tengamos diferencias en cuanto a la forma de articularlo, tampoco sobre lo que es un Estado democrático. ¿Pero qué es un Estado social? El concepto se parece al de Estado de bienestar, pero no es lo mismo. Definirlo es más complicado que entenderlo; de hecho no se me ocurre una definición que sea a la vez escueta y completa. Y es que el Estado social es un principio, más que una forma de Estado concreta.

La teoría del Estado liberal es la del Estado mínimo, que debe limitarse a garantizar la libertad de los individuos y la propiedad, sin intervenir en la economía ni preocuparse por la suerte de los individuos concretos. En el extremo opuesto se encuentra el estado socialista, que dirige totalmente la economía buscando un igualitarismo incompatible con la libertad.

El principio del Estado social no renuncia a la economía de mercado, pero considera que el Estado debe regularla para buscar el desarrollo de la sociedad en su conjunto, evitando las desigualdades injustas y los abusos, y protegiendo a los desfavorecidos. Sus manifestaciones son las que normalmente llamamos Estado de bienestar: asistencia sanitaria, pensiones de jubilación e invalidez, educación pública, etc.

Así pues, cuando la Constitución dice que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, no es solo una palabra, es una declaración de principios. Y se repite y desarrolla a lo largo de todo el texto, incluido el preámbulo en el que se dice:

 La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía proclama su voluntad de garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.

Y a lo largo del articulado se desarrollan las formas concretas en que debe manifestarse el Estado social. Se establece que la educación básica es obligatoria y gratuita, que todos contribuirán al sostenimiento del gasto púlico según su capacidad y según un sistema tributario progresivo, que el contenido social del derecho a la propiedad limitará su contenido, se reconoce la libertad de empresa de acuerdo con las exigencias de la economía general, se asegura la protección social, jurídica y económica de la familia, se establece que los poderes públicos promoverán el progreso social y económico y una distribución de la renta más equitativa, que la política se orientará al pleno empleo, que se mantendrá un régimen público de seguridad social, que compete a los poderes públicos tutelar la salud pública, y que todos tienen derecho a la cultura.

Yo creo en ese principio. Por eso me preocupa la deriva neoliberal que está tomando la economía nacional e internacional, y que los políticos que deberían defenderlo se plieguen a las exigencias de los causantes de la crisis. Y por eso me quedé seriamente preocupado cuando hace unos días oí decir al Sr. Mariano Rajoy "tendremos el Estado de bienestar que nos podamos permitir". Me temo que el Sr. Rajoy no haya entendido que el Estado de bienestar no surge de la caridad, sino de un principio constitucional y que, si gana las próximas elecciones, su obligación será gobernar según ese principio.

viernes, 1 de julio de 2011

Vecinos alejados

A lo largo de los años he ido leyendo un cierto número de libros. No demasiados, pero sí algunos que me parecen muy buenos y muy recomendables. Y naturalmente cuando empiezas a escribir un blog surge inmediatamente el impulso de escribir sobre algunos de ellos. Eso es lo que voy a hacer hoy, sin apartarme demasiado de los temas en los que me he venido centrando hasta ahora.

El título del libro, publicado en 2006, es el que me sirve también para esta entrada: Vecinos alejados, y lleva por subtítulo Los secretos de la crisis entre España y Marruecos. El autor es el periodista Ignacio Cembrero, que fue corresponsal de El País en Oriente Próximo en la década de los ochenta, encargado del seguimiento de la política exterior española en los noventa, y encargado de la cobertura del Magreb en la pasada década, siempre para el mismo diario.

La temática del libro y las razones de su autor para escribirlo, las explica él mismo en el prólogo, del que extracto dos párrafos:

Para un periodista, escribir un libro es con frecuencia un recurso para atenuar una frustración. En su quehacer diario se deja muchas cosas en el tintero por falta de espacio en el periódico del día, o porque los jefes no las consideran de candente actualidad. Escribir un libro es poder explayarse.

Aunque solo nos separen 14 kilómetros de mar, los dos vecinos del Estrecho permanecen apartados el uno del otro por su mutuo desconocimiento, por una multitud de prejuicios y por una diferencia de desarrollo y riqueza que se ahonda cada año un poco más.

 A pesar del subtítulo, no trata solamente de la crisis del Islote de Perejil, sino de las complejas relaciones entre ambas naciones desde la coronación de Mohamed VI en 1999 hasta la publicación del libro. A lo largo de sus catorce capítulos Cembrero habla con gran honestidad de temas como Perejil, el Sahara, Ceuta y Melilla, el terrorismo y la inmigración ilegal.

El capítulo que dedica a este último tema fue una de mis principales fuentes en las dos entradas que he escrito sobre la inmigración. Dejo aquí una pequeña muestra de por qué me impresionó profundamente:

La mayoría relativa de los subsaharianos detenidos en Marruecos fueron en 2005 malienses. Junto con Mauritania, Malí fue en 2004 el país más asolado por la plaga de langosta. La ayuda europea y norteamericana para combatirla llegó tarde y fue cicatera. [...] Marruecos paga en buena medida la factura que Europa no abonó cuando aún estaba a tiempo de ayudar a detener la invasión de langostas.

Pero más allá de cuestiones puntuales como ésta, lo que realmente ofrece el libro es una panorámica devastadora del abismo de desconocimiento mutuo entre españoles y marroquíes; no solo entre los ciudadanos corrientes, sino incluso entre los mismos dirigentes. Por eso me parece un libro especialmente recomendable para toda persona de bien a ambos lados del Estrecho.