domingo, 8 de abril de 2012

Un artículo de Cristóbal Montoro

Sigo con la lectura, sin ningún orden, del libro del que hablaba ayer, La España que necesitamos. He leído un artículo de Joaquín Leguina, que se ofrece como introducción a uno de los capítulos. Es tan breve como certero, aunque no comparta plenamente sus conclusiones. Está disponible en Internet: No hay soluciones mágicas. En esta página, por cierto, están también disponibles otros artículos del libro, no sé si todos. Le sigue un artículo de Soraya Sáenz de Santamaría al que, por su interés, tengo intención de dedicar una entrada en exclusiva. En diferente capítulo, dedicado al Estado de bienestar, se inserta un buen artículo de Jesús Caldera, igualmente disponible en la misma página Una década para construir una triple sostenibilidad. Tampoco lo comentaré, aunque su lectura merece la pena y os la aconsejo. En ese mismo capítulo se incluye un breve artículo del actual Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, titulado La crisis del Estado de bienestar, que es el que hoy comento.

Lamento decir que lo primero y lo que más ha llamado mi atención es su falta de estructura y su deficiente redacción. En realidad, más que un artículo meditado y destinado a la publicación me ha causado la impresión de un borrador pergeñado a toda prisa. No es que espere del Ministro un alarde de estilo literario, pero estoy seguro de que habría sido capaz de algo mejor de habérselo propuesto. Tampoco lo mencionaría de no ser porque esa mala calidad literaria y, sobre todo, la falta de un hilo argumental dificultan comentar con coherencia sus ideas centrales.

En primer lugar, el señor Montoro parece entender por Estado de bienestar la mera intervención del Estado en la economía, obedeciendo a dos motivos: garantizar rentas y ofrecer bienes y servicios. Sobre el primero de esos motivos dice que se dirige a grupos sociales que no pueden mantener su nivel adquisitivo, y sobre el segundo matiza aunque esos bienes y servicios no puedan ser provistos exclusivamente por el Estado por las razones de ineficacia e ineficiencia que tienen ciertos gobiernos.

Es ésta una visión del Estado de bienestar que yo no comparto en absoluto. Más aún, ni siquiera me gusta la expresión "Estado de bienestar" y prefiero la recogida en el artículo primero de nuestra Constitución: "Estado social". Es un principio que va mucho más allá de la mera intervención en la economía, al contrario de la definición del señor Montoro, en la que podría caber el comunismo estalinista. La función de un Estado social no es sólo garantizar rentas, eso es caridad; el Estado social debe garantizar una distribución justa, como también se recoge en la Constitución. En cuanto a la supuesta eficacia o ineficacia de los sectores privado y público, me remito a una de las entradas más antiguas de este blog: Falacias del neoliberalismo (II): La eficiencia. Abunda el autor en esta idea cuando dice que el sistema público de pensiones no deja desarrollarse el privado, lo que afirma sin demostración que sería muy positivo, o cuando califica nuestro sistema sanitario de "exagerado". Quiero anotar, por parecerme especialmente incoherente, esta frase textual:
El desafío de ese Estado de Bienestar es que hay una pugna por la que la formación política se consagra como defensora nata del Estado de Bienestar
La anoto como ejemplo de la mala redacción de que hablaba antes. Si alguien puede desentrañar su significado le agradeceré que me lo explique. Yo llevo un día entero dándole vueltas sin entender lo que quiere decir.

A continuación pasa a considerar el sistema de pensiones y su financiación. Afirma en este punto que estamos cotizando para generar el derecho a nuestra pensión y que el trabajador solo paga una cuarta parte de la cotización que asume el empleador. A esto lo llama un impuesto sobre el empleo. La primera afirmación es cierta solo a medias porque nuestro sistema de pensiones es de reparto, no de capitalización. Es verdad que generamos derechos con nuestras cotizaciones, pero el sistema no es tan simple y don Joaquín es consciente de ello, puesto que más adelante afirma que nuestras pensiones están garantizadas sobre el Estado, no sobre nosotros. La segunda afirmación, que el empleador asume la mayor parte de las cotizaciones, es no tener claro qué es la cotización social y quién la paga. Las cotizaciones son una forma de salario diferido. La paga el empleador, sí, pero a cambio del trabajo del empleado, exactamente igual que el resto del salario; no es ningún impuesto, es parte de la retribución que el empleado se gana con su trabajo. Cuando se habla de reducir cotizaciones (un tema muy querido a la patronal), de lo que se habla realmente es de reducir los salarios. Aunque no es esa, por fortuna, la propuesta del ministro; sus soluciones son dos. Una es que entre más gente a trabajar, especialmente jóvenes, en lo que solo puedo estar de acuerdo. La otra es privatizar (evaluar la introducción de elementos privados en sus palabras) el sistema de pensiones. Eso sí, añade, sin utilizar el término privatización.

El resto del artículo lo dedica a la estabilidad presupuestaria y a la Unión Europea, que concibe, y son sus palabras como un club de estabilidad económica. Es otra visión que no comparto, en este caso no porque no sea cierta; desgraciadamente, hoy por hoy la Unión es efectivamente un club puramente económico. Yo creo que tendría que ser mucho más. Lo he dicho en otras ocasiones, soy un firme partidario de una auténtica Unión, no solamente de moneda y mercados, sino en todos los aspectos económicos, jurídicos y sociales.

Termino anotando otro fragmento por si alguien quiere ayudarme a desentrañar su sentido:
España tuvo un crecimiento económico inmenso, el más grande de la historia. Por lo tanto, España quiere y debe estar en ese club y no merecemos que lo que nos está pasando se nos alinee en contra. Por lo tanto, no nos pasa absolutamente nada; lo que sucede es que España es muy susceptible a esta crisis derivado de que no estamos haciendo los trabajos en casa.
No es que quiera ensañarme, es que realmente lo encuentro absolutamente incongruente. Pero es alentador saber que todo un ministro considera que no nos pasa absolutamente nada.

4 comentarios:

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    1. Es el mismo comentario, que he eliminado, eh. Pro no quedaba bien eso de Estado "Docial" :)

      "Hola Angel, todavía no he terminado de leer el ártículo, pero hay algo que me molesta especialmente, no de ti, evidentemente, sino de esta derecha que nos quiere retrotraer al medievo, con derecho de pernada incluido.

      Vamos a ver, si tenemos un Estado Social y Democrático de Derecho, es para que ese Estado salvaguarde los derechos de sus ciudadanos. De todos. No del capital privado, que sabe cuidarse por sí sólo.

      Si el Estado, deja de cumplir su función de salvaguarda, está haciendo dejación de funciones y, el gobierno que eso hace debería responder ante la sociedad, pero también ante los tribunales de justicia.

      Va siendo hora que ciudadanos y ciudadanas vayamos tomando nota y mover ficha, porque nos va mucho en ello.

      Muchas gracias por tus artículos, que al menos a mí me ayudan mucho.

      Saludos, Rita"

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    2. Hola, Rita. Te agradezco el comentario y el elogio, aunque me abruma un poco. Solo soy un ciudadano "de a pie" que intenta poner su granito de arena.

      Opino igual que tú, y por eso no dejo de darle vueltas a la primera frase que cito. La única manera de interpretarla que no sería contraria a la Constitución es que la pugna a la que se refiere Montoro sea entre el poder económico y el político, respectivamente como "atacante" y "defensor" del Estado de bienestar.

      Interpretándolo así tendría que darle la razón. El problema es que el resto del artículo contradice esa interpretación. Todo lo que propone es, como dices, una dejación de funciones. O por seguir con el símil, una rendición incondicional.

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  2. La derecha es muy hábil, diciendo sin decir nada, Ángel. Habla del Estado de Bienestar y de una fuerza política, pero con una ambigüedad que es dificil de entender, que, tal vez es lo que pretende.

    En el segundo párrafo, da muchas vuelta para al final decir que "no estamos haciendo los trbajos en casa".¿Se refiere al gobierno del cual forma parte? Estoy segura que no.

    Por otra parte y dados los antecedentes, podría decir misa en latín, si ello les conviniese, para más tarde decir que la misa había sido en chino mandarín.

    Saludos
    Rita

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