sábado, 7 de abril de 2012

De Guindos, Báñez y la confianza

He retomado la lectura, que tenía abandonada, del libro La España que necesitamos, del que ya he comentado algo en entradas anteriores. Al contrario que los libros de ensayo que desarrollan una tesis y requieren una lectura ordenada, la naturaleza y estructura de éste permite una lectura "a salto de mata". Así que me he saltado varios capítulos para pasar directamente al sexto, que lleva por título Una crisis que es global, pero muy nuestra. Siete artículos componen este bloque, de los que he leído tres. Uno de ellos, firmado por Isidro Fainé, no lo voy a comentar por tener poco encaje en este blog aunque no carezca de interés. Los otros dos los firman Luis de Guindos y Fátima Báñez y creo que sí merecen un comentario aunque solo sea por los importantes cargos que ambos ocupan en la actualidad.

En el caso del artículo del actual Ministro de economía realmente lo comento solo por la relevancia del cargo que ahora ocupa, porque el artículo en sí me ha parecido poco más que humo envuelto en tecnicismos. Destaca el análisis, si es que se le puede llamar así, del proceso de reestructuración bancaria. Destaca porque habla exclusivamente de las cajas, sin una sola mención a las entidades privadas pese a estar en el mismo centro de la crisis. Con respecto a las cajas dice que un aspecto positivo de este proceso es que la mayoría de las entidades tendrán que transformarse en bancos. Como única justificación de este supuesto carácter positivo afirma que facilitará su despolitización. Pero lo cierto es que para "despolitizar" las cajas no hacía ninguna falta transformarlas en bancos, bastaba con reformar la legislación por la que se regía su gobierno. Su privatización no es en realidad más que una inmensa expropiación disfrazada, y considerando el papel que la banca privada ha jugado y sigue jugando en la crisis, ese carácter positivo es cuando menos dudoso.

Termina el Sr. de Guindos su artículo diciendo que la cuestión central es recuperar la capacidad de crecimiento que es indispensable para generar la confianza que necesitamos. Pocos pondrán en duda que ésa sea efectivamente la cuestión central, el problema es que Don Luis no ofrece indicación alguna de cómo se logrará. En cuanto a la confianza, no aclara a qué confianza se refiere ¿la de los ciudadanos, la de la Unión, la de los mercados? Sospecho que se refiere a la última, ya que era el eje del discurso de su partido en las fechas en que escribió el artículo. Esa confianza que entonces decía que se lograría recuperando el crecimiento, ahora se pretende lograr por el camino contrario mediante una politica de recortes que anuncian una nueva recesión. El déficit parece ser ahora la cuestión central ¿se equivocaba el ministro entonces o se equivoca ahora?

El artículo de Fátima Báñez lleva por título Confianza. Es muy breve, poco más de una página, y se inserta a modo de introducción del capítulo. La actual Ministra de empleo dedica el último párrafo a la solución que, según ella, se producirá cuando se produzcan las condiciones tanto económicas como políticas que devuelvan [...] la confianza para ahorrar, invertir, consumir y crear empleo. Tampoco la señora Báñez ofrece indicación alguna de cómo se ha de lograr ésto, más allá de una vaga referencia al fomento de las exportaciones.

Lo verdaderamente interesante de este artículo es su diagnóstico de la crisis. Comienza diciendo que es consecuencia de la debilidad institucional del nuevo régimen de economías abiertas y, en particular, de la deficiente regulación de los mercados financieros. Hasta ahí estoy de acuerdo, o lo estaría de no ser porque sorprendentemente no se propone medida alguna en ese sentido. Pero a continuación pasa a afirmar que el impacto en España ha sido mayor por nuestro excesivo endeudamiento con el resto del mundo, lo que solo es cierto si hablamos de deuda privada pero no de deuda pública, y debido a la rigidez de nuestro marco laboral, lo que es rotundamente falso como se ha demostrado muchas veces. A pesar de ello la señora ministra pasa a centrarse exclusivamente en la deuda pública afirmando que no se puede pretender la consolidación del equilibrio presupuestario y las pautas estables de austeridad en el gasto sin establecer los límites del sector público por ley.

Notable frase ésta, que da por sentada sin haberla demostrado la necesidad del equilibrio presupuestario y la austeridad. El equilibrio presupuestario, que varias veces he afirmado que es deseable como principio, solo debería plantearse a medio y largo plazo, nunca para un único ejercicio económico. La referencia a la austeridad implica renunciar a actuar sobre el lado de los ingresos. Pero el auténtico meollo está en la única medida concreta que contiene el artículo: limitar por ley el sector público. Es importante observar la incongruencia con sus propias premisas. Limitar el sector público no tiene nada que ver ni con la parte del diagnóstico en que acierta, la desregulación del mercado financiero, ni con la parte en que se equivoca, el marco laboral. Lo cierto es que esa medida significa contraer aún más la economía, ya que no habla de limitar los gastos superfluos sino de limitar el sector público. Y ello se justifica únicamente, y así lo dice, en que la austeridad es una fuente de confianza para los inversores. De hecho, contradiciendo su propio análisis afirma textualmente que la crisis es, ante todo, "sed de confianza".

Decía antes que estos dos artículos tienen interés por la relevancia de los cargos que hoy ocupan sus autores. No sé que conclusión sacaréis vosotros, pero a mí me preocupa seriamente que dos personas que parten de análisis erróneos para llegar a conclusiones incongruentes con esos mismos análisis estén dirigiendo dos de los más importantes ministerios. Puedo entender, aunque no compartir, que en la oposición culpasen de todo a la desconfianza que generaba la política del Gobierno anterior, pero siempre pensé que detrás de esa estrategia electoral había algo más sólido. Los acontecimientos de los últimos meses parecen indicar que no era así, que no era solo estrategia electoral, es que nos gobiernan con esas premisas. De no ser así solo habría otra explicación: que su objetivo haya sido siempre el cambio hacia un modelo neoliberal. No sé qué explicación será peor.

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