Sabemos que el Gobierno a decretado una amnistía fiscal con la que esperan recaudar 2500 millones de euros. Sabemos también por el ministro Luis de Guindos que para el próximo año se plantea subir los impuestos al consumo, es decir el IVA, para mejorar la recaudación. Suben también las tasas universitarias, se establecen copagos en la sanidad y se proyecta también subir las tasas judiciales. Todo ello, se supone, con el fin de mejorar los ingresos del Estado. Sin embargo, el Gobierno no estima oportuno considerar siquiera la posibilidad de recaudar entre 2500 y 3000 millones de euros cobrando el Impuesto de Bienes Inmuebles a la Iglesia. No consideran que el clero deba arrimar el hombro. Me sorprendería si algo de lo que hace este Gobierno pudiera sorprenderme.
Monseñor Rouco, por su parte, acaba de decir que si la Iglesia tiene que pagar el IBI lo pagará. Lo ha dicho así, como quien hace una concesión graciosa, para a continuación añadir que entonces tendrían que detraer el dinero de otras partidas como la financiación de Cáritas. La verdad es que Cáritas se financia en gran medida con donativos particulares y financiación pública. La parte que aporta la Iglesia ni siquiera es la mayor, y es absolutamente insignificante en comparación con lo que dejan de pagar en impuestos. No tengo datos exactos, pero al parecer la aportación de la Iglesia a Cáritas supone entre el 0,1 y el 0,2% de lo que no pagan de IBI. Sale más que a cuenta que paguen sus impuestos y el Estado financie a Cáritas íntegramente, por lo que la amenaza de monseñor es bastante ridícula. Ridícula y escasamente cristiana.
Pero todo esto no dejan de ser cuestiones laterales. La esencia del asunto es que la Iglesia no paga el Impuesto de Bienes Inmuebles, y debería pagarlo. Yo al menos no tengo ninguna duda y lo que me sorprende es la misma existencia de esta polémica. Pensaba, tal vez por que soy ingenuo, que Jesús ya la había dejado definitivamente zanjada. Su opinión es bien conocida:
Dinos, pues, tu parecer: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? Jesús, conociendo su malicia, dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Ellos le presentaron un denario. El les preguntó: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le contestaron: Del César. Díjoles entonces: Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y al oirle se quedaron maravillados, y dejándole, se fueron.
Claro que también sabemos que la Iglesia tiene la exclusividad, que se ha concedido a sí misma, de la interpretación de las escrituras. Doctores tiene la Iglesia, dice la frase hecha, y seguro que los buenos doctores tienen una excelente interpretación de este pasaje que justifica su actitud.
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