viernes, 2 de septiembre de 2011

Malos augurios

Acaba de aprobarse la reforma de la Constitución con 316 votos a favor y 5 en contra. Votaron en contra dos diputados socialistas, uno de ellos, según parece, por error. Se ve que el asunto no es lo bastante importante como para fijarse en qué botón pulsaba.

Ya he hablado antes de los motivos por los que creo que esta reforma es un grave error, así que no me extenderé demasiado. Como ya he dicho anteriormente, tener déficit un año o incluso varios consecutivos no tiene mayor importancia si se compensa con superavits anteriores o posteriores. Esta reforma ignora totalmente el medio y el largo plazo, privando de ese modo a futuros gobiernos de un instrumento legítimo de política económica.

Por otra parte, establece que el pago de los intereses y el principal de la deuda pública gozará de prioridad absoluta. Como también he dicho ya, pagar las deudas es por supuesto una obligación, pero no tiene por qué tener prioridad absoluta sobre las demás obligaciones del Estado. Es imposible exagerar la extrema gravedad de lo que han hecho. Significa que si llegase el hipotético caso de tener que elegir, por ejemplo, entre pagar las pensiones y pagar los intereses de la deuda a los bancos, dejarían de pagarse las pensiones. La prioridad es absoluta.

Como muestra de que no exagero solo hay que ver lo que sucede en Castilla-La Mancha. Aún antes de aprobarse la reforma, el Gobierno autonómico decidió que el pago de la deuda a los bancos era prioritario sobre el pago de la deuda a los farmacéuticos. La consecuencia es que los farmacéuticos se están viendo obligados a recurrir al crédito privado (más beneficio para los bancos) y como su capacidad de endeudamiento es limitada, muchas farmacias corren el riesgo cierto de verse abocadas al cierre con el consiguiente perjuicio para los ciudadanos.

Ahora la señora Presidenta de la Comunidad anuncia un plan de ahorro de 1815 millones de euros en el presupuesto. Entre otras cosas, recorta el presupuesto de educación aumentando el número de horas lectivas por profesor, lo que además de conllevar una previsible merma de calidad en la educación condena al paro a varios miles de profesores interinos. La curiosa justificación de la señora De Cospedal es que no habrá despidos, sino finalizaciones de contratos. Al parecer no se le ha ocurrido que todos estos profesores que se quedarán sin trabajo dejarán también de pagar impuestos y que habrá que pagarles las correspondientes prestaciones por desempleo, con lo que una buena parte del dinero que se ahorra la administración autonómica no es tal ahorro, sino que traslada el gasto a la administración central.

Pese a ello, dice la Presidenta Castellano-Manchega que el plan de ahorro tiene "coste cero" para los ciudadanos, porque no subirá los impuestos. Extraño concepto de lo que es un coste y lo que no. Para empezar tiene un coste insoportable para las personas que se van a quedar sin trabajo: entre ocho mil y quince mil según he leido hoy en un artículo periodístico. El coste será igualmente insoportable para los farmacéuticos que no podrán seguir manteniendo su negocio, y para los usuarios del sistema sanitario. Va a tener un evidente coste para las arcas del Estado y de la Comunidad por la merma de ingresos y el gasto en prestaciones y subsidios. También tendrá un coste para los estudiantes que verán disminuir la calidad del sistema educativo.

Podríamos seguir, pero creo que como muestra es suficiente. Y si no lo es, tenemos lo sucedido en Cataluña, con cierres de centros de salud y servicios de urgencias. El supuesto "coste cero" solo lo será para los ricos y los evasores de impuestos, que no son los trabajadores que cobran por nómina y están estrictamente vigilados.

Lo más grave es que esto se va a generalizar. El señor Mariano Rajoy, envalentonado quizá por el éxito de la nefanda reforma y sintiéndose ganador seguro de las próximas elecciones, se ha quitado por fin la careta. Ha dicho con toda claridad que el temible plan de ajuste del Gobierno de Castilla-La Mancha es un ejemplo a seguir, y que tiene intención de aplicar la misma receta a gran escala. Ha dicho también con rotundidad que no subirá los impuestos, ni si quiera a las rentas más altas. Y aunque no lo ha dicho, porque ya sería el colmo, es de suponer que tampoco perseguirá el vergonzoso fraude fiscal, que se produce precisamente en esas rentas altas.

Así que ya no hay razón para engañarse, sabemos lo que nos espera: recortes draconianos del gasto público, especialmente en sanidad y educación, más precariedad laboral (flexibilidad lo llaman ellos), menos servicios públicos y de peor calidad...

Un pájaro de mal agüero como yo, al que además le pesa demasiado el ala izquierda, solo puede hacer malos augurios. También hay quienes creen que este camino es acertado, y esos no son pájaros de mal augurio. Si acaso, unos palomos.

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