miércoles, 11 de enero de 2012

Autocrítica de Rodríguez Zapatero

Después de un período sin apenas entrar en Internet, he echado un vistazo rápido a los pocos blogs que sigo con cierta regularidad, entre ellos Palinuro, que podéis encontrar en la columna de la derecha. Entre los artículos recientes de este blog me ha llamado la atención y he leído uno que lleva por título Autocrítica de Rodríguez Zapatero, que contiene un texto remitido por el propio ex-presidente a Palinuro al que quisiera hacer algunos comentarios.

No quiero, desde luego, hacer leña del árbol caído. Tuvo que gobernar, en su segunda legislatura, en unas circunstancias realmente difíciles y frente a una oposición que no estuvo, ni con mucho, a la altura que habría cabido esperar. Si el Sr. Rodríguez Zapatero hubiese cesado tras su primer mandato, a buen seguro no habría resultado tan zarandeado. Pero lo que mide la altura de un político no es lo que hace en tiempos de bonanza, sino en tiempos difíciles. No recuerdo quién dijo que los generales ganan la gloria en el campo de batalla y no están hechos para brillar en la paz. Pues las crisis son el campo de batalla de los políticos, y en ellas ganan o pierden el prestigio.

No comentaré todos los puntos en que D. José Luis estructura su escrito, todos los puntos en los que cree haber acertado o errado. Sabido es que rara vez somos buenos jueces de nosotros mismos y cada cual tendrá su opinión sobre si esta autocrítica es, como dice al final, justa. Tan solo un par de cuestiones.

Una, sobre el apartado referido a las autonomías, donde dice "Probablemente me precipité al afirmar que en Madrid se aprobaría el texto que enviara el Parlament, pero lo hice de buena fe". Yo diría que se precipitó con toda seguridad, y que no cabe escudarse en que actuó de buena fe ¡Faltaría más! La buena fe se le supone al político como al soldado el valor. Pero una cosa es actuar de buena fe y otra pecar de ingenuo y no medir las consecuencias de lo que se hace o dice. Tampoco cabe acusar de obstruccionismo al PP por inteponer recursos de inconstitcinalidad. Si consideraban que el texto era contrario a la Constitución, y recordemos que el mismo Consejo Consultivo de Cataluña planteó serias dudas, recurrir al Tribunal Constitucional era, de hecho, su obligación.

En segundo lugar, en el apartado dedicado a la crisis económica, admite haber tardado demasiado en reconocer la gravedad de la crisis. Y se queda muy corto, lo que hizo fue negar la misma existencia de la crisis tanto tiempo como le fue posible, era una simple desaceleración. Cuando ya no pudo negarla, afirmó que estabamos en mejor situación que nadie para superarla, erró ,por la forma y la cicatería, con las medidas de estímulo, se empeñó en ver brotes verdes donde nadie más los veía, para acabar adoptando políticas de recortes sin hacer nada en los ingresos, salvo recuperar, y aún eso provisionalmente, un insuficiente impuesto sobre el patrimonio. Muy, muy corto se queda el Sr. Rodríguez Zapatero en este apartado. Y aún considera que su tardanza en reconocer la gravedad de la crisis es comprensible, porque se resistía a creerlo. Pues no, no es comprensible al menos para mí. De quien tiene la responsabilidad de gobernar una nación se espera que sepa reconocer los hechos, no que se empeñe en negarlos, máxime considerando que fueron muchas y acreditadas las voces que se lo dijeron y que no fueron escuchadas.

Sorprende también que en todo el escrito no haya una sola mención a la reforma constitucional. Deduzco que no la debe de considerar un acierto, pues no se abstendría de mencionarlo como menciona otros aspectos en que cree, con razón o sin ella, haber obtenido grandes logros. Pero tampoco la menciona como el gravisimo error que yo creo que es. Tal vez se deba a que no lo considera un asunto relevante ni digno de mención. Después de todo, no la consideró lo suficientemente importante como para someterla a referendum.

Y sorprende, sobre todo y para terminar, que a pesar de todos los errores que él mismo reconoce considere, en su primer párrafo, que deben felicitarse y que no encuentre o no mencione otro coste de sus errores que haber perdido las elecciones. Aún considerando que el escrito estaba destinado al propio PSOE me sorprende, y mucho, que tampoco considere digno de mención el coste para el país y sus ciudadanos.

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