Una vez más los lideres europeos dan una lección de democracia. Me refiero, claro está, a los resultados de las elecciones italianas. Por todas partes la reacción es hablar de inestabilidad y hasta de ingobernabilidad, ¿os suena? Es la misma cantinela cada vez que ningún partido logra la mayoría absoluta. Lo cierto es que, si los líderes políticos tienen sentido común suficiente como para llegar a acuerdos entre ellos, la falta de mayoría absoluta no hace un país ni más ni menos gobernable. El problema son ellos, no lo que han votado los ciudadanos.
Pero los políticos siempre han tenido su propia manera de entender la democracia. En particular la señora Merkel, que ha "advertido" a Italia de que no tiene más opción que continuar con las políticas del señor Monti. Los italianos, en uso de su soberanía, han relegado al señor Monti y su partido a la insignificancia. Está claro que no quieren de ninguna manera continuar con esas políticas, pero también está claro que a nadie le importa lo que quieran los italianos. Democracia en estado puro.
Pero el premio al espíritu democrático debe ser, en mi opinión, para el señor Enrico Letta, vicesecretario del PD (el partido liderado por Bersani). Nada más conocerse los resultados, este buen señor ha dicho: "Si las cosas están así, se tiene que hacer rápidamente una nueva ley electoral y volver a votar". Entiendo que la reforma sería para garantizar que haya una mayoría absluta voten lo que voten los italianos. Visto de otro modo, lo que el señor Letta viene a decir es "como no nos gusta lo que habéis votado, haremos una reforma para obtener el resultado que queremos, pero de forma que parezca que lo habéis decidido vosotros".
A lo mejor la comparación es absurda, pero me ha recordado aquellas viejas películas de gangsters. Ya sabéis, cuando el señor Democracia empieza a ser molesto y el jefe le encarga a alguien que se ocupe de él pero, añade, "que parezca un accidente".
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