martes, 20 de noviembre de 2012

Un artículo de José Manuel Estévez

He dedicado a la huelga general dos de las tres últimas entradas de este blog, motivo más que suficiente para que hubiera decido no tratar más el tema. Lo que me ha hecho cambiar de opinión es un artículo que leí  ayer en la prensa, concretamente en El correo gallego, y que firma José Manuel Estévez. Vaya por delante que ni sé quién es este señor ni tengo ganas de averiguarlo, y que en realidad el artículo no debería merecer el menor comentario para nadie que tenga el menor atisbo de criterio. No es el artículo en sí mismo lo que me interesa, sino el modo que ciertos articulistas tienen de enfocar las noticias.

Comienza el señor Estévez su comentario diciendo no hay nada más destructivo para España que una huelga. A mí, la verdad, se me ocurren unas cuantas cosas que son considerablemente más destructivas: una guerra civil, un desastre natural, el señor Rajoy... Pero a fin de cuentas se trata de una apreciación subjetiva y no la discutiré. Veamos las razones que tiene para tal afirmación.

Habla el señor Estévez de el cuantioso mobiliario urbano y enseres [...] arruinados por aquellos que adulteran el derecho constitucional a la holganza y a la manifestación. Paso por alto que, aunque efectivamente hubo incidentes, las manifestaciones fueron mayoritariamente pacíficas y que se destruye más mobiliario urbano en los botellones cualquier fin de semana. Paso también por alto el tendencioso verbo adulterar, allá el señor Estévez con su apreciación de lo que es ejercer un derecho y lo que es adulterarlo. Lo que me divierte de esta frase es que me consta que el derecho de manifestación es en efecto un derecho constitucional, pero tras repasar la Carta Magna de principio a fin no he conseguido encontrar el artículo en que se recoja el derecho a la holganza.

Contiúna el señor Estévez escribiendo sobre la inasumible cantidad de miles de millones en pérdidas que supone un día de asueto no reglado. Obviaré, porque ya escribí sobre ello en mi última entrada, lo de los imaginarios miles de millones. Concederé que considere una huelga un día de asueto (asueto: vacación por un día o una tarde, y especialmente la que se da a los estudiantes). Pero no puedo conceder la coletilla "no reglado" como si no estuviera recogido en la Constitución, y en el RDL de Relaciones de Trabajo, o como si no se hubieran regulado debidamente los servicios mínimos. ¿Qué hace falta para que este señor considere que un derecho está reglado?

Salto el insulso segundo párrafo y paso al tercero, donde dice sobre el Gobierno que a su favor tiene el apoyo de la mayoría del pueblo español. Lo justifica, como cabía esperar, en los resultados de las elecciones generales, andaluzas y gallegas. Las de Asturias no las menciona, y se le olvida que en realidad en las tres comunidades el PP perdió votos. También se le olvida, o quizá no lo sepa, que todas las encuestas indican que más del 70% de los ciudadanos no aprueban las políticas del Gobierno. La huelga y las manifestaciones deberían darle una pista, pero seguramente su fuente de información será la señora Cifuentes, que cifró la asistencia a la manifestación de Madrid en 35.000 personas. Se comprende el despiste de don José Manuel. Permitidme que omita el panegírico del señor Rajoy en que deriva el resto del tercer párrafo.

Os recomiendo encarecidamente la lectura del cuarto párrafo para quitaros de una vez ese pesimismo y llenaros de esperanza. Nuestros ministros mandan al mundo inequívocos mensajes de confianza. Mensajes que por supuesto están justificados, leyendo el párrafo me entero de que todos los indicadores habidos y por haber están mejorando. Ignoro en qué medios obtiene estos datos, pero está claro que no son los mismos sesgadamente rojos y antiespañoles en que me informo yo. O eso, o es que no vivimos en la misma España, que también podría ser.

En fin, como decía,  el artículo constituye un magnífico ejemplo de cómo se comenta una noticia, sin vaguedades, ni exageraciones ni datos no contrastados. Y en cuanto a la forma, irrreprochable, una exquisita elección de las palabras más ajustadas a lo que se pretende describir.

Como diría Forges, iridiscente.

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