Ayer hice un pequeño viaje hasta la república naranjera de Absurdistán. Viajar a este pequeño y desconocido país es fácil: no hace falta pasaporte, ni documentación, ni transporte ni alojamiento. En realidad, se puede viajar allí en cualquier momento sin necesidad de salir de casa., solo hay que coger el tren de la imaginación.
Fui hasta allí para informarme de la posibilidad de comenzar un negocio en el país. Para eso necesitaba contratar a cuatro directivos y cincuenta peones, por lo que me dirigí al servicio de colocación local. Allí me informaron de que no habría ningún problema con respecto a los cincuenta peones, podía contratar a los que quisiera, pagarles el salario mínimo, y despedirlos en cualquier momento sin consecuencias. Pero los directivos eran otra cosa.
Resulta que, según las leyes del país, para contratar a las cuatro personas que habrían de dirigir mi negocio debía dirigirme a unas empresas especializadas. Aunque había muchas, acudí solamente a las dos más importantes, Pesóle y Pipí. En Pesóle me ofrecieron una lista de cuatro candidatos: Adela, Blas, Carlos y Diana. Tras algunas averiguaciones, resultó que Carlos no tenía ninguna cualificación y Diana estaba acusada de haber robado en su empresa anterior. Naturalmente dije que solo me interesaba contratar a Adela y Blas.
- No puede ser, -dijo el empleado- tiene usted que contratarlos a los cuatro o a ninguno.
Naturalmente me dirigí entonces a Pipí. Igualmente me ofrecieron una lista de cuatro candidatos, de los que solo dos me convencían. Expliqué que si había venido a Pipí era porque me habían puesto la misma pega en Pesóle, y que si tampoco me daban más opciones me iría a Ihú, la tercera empresa especializada.
- No se moleste, -dijo displicente el empelado- tampoco le darán más opciones. Es así por ley.
Esto me pareció tan extraño que decidí consultar con un abogado laboralista. Pensaba sinceramente que me estaban tomando el pelo, no podía ser.
- No le toman el pelo, -dijo el abogado- para el personal directivo la ley le obliga a contratar en bloque a todos los candidatos de una empresa intermediaria.
- Bueno, -pensé en voz alta- entonces contrato una lista y a los que no me convenzan los despido.
- No puede -dijo el abogado moviendo enérgicamente la cabeza a un lado y otro- una vez contratados la ley le obliga a mantenerlos en la empresa durante cuatro años.
- ¿Aunque dirijan mal la empresa?
- Aunque la lleven a la ruina.
- Y si no les renuevo a los cuatro años ¿tendré que pagarles alguna indemnización?
- Tendrá que pagarles una pensión vitalicia.
A estas alturas ya me estaba pareciendo que no valdría la pena abrir el negocio en Absurdistán, pero todavía insistí un poco más.
- ¿Podría usted facilitarme unas tablas salariales de referencia para saber cuánto tendría que pagarles?
Esta vez el sorprendido fue el abogado. Imposible describir su cara de perplejidad.
- ¿Tablas salariales? -preguntó- ¡El sueldo se lo pondrán ellos mismos después de que los haya contratado!
No insistí más y abandoné inmediatamente Absurdistán. ¡Qué país de opereta! ¡Pobres absurdistaníes! Menos mal que yo tengo la suerte de vivir en un país avanzado, justo y democrático donde tales cosas nunca podría ocurrir.
Muy bueno
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