Anda el Gobierno estos días sacando pecho como de costumbre con los datos de la EPA, que muestran un descenso del paro en el segundo trimestre de este año. Nos dicen que esto demuestra las bondades de la reforma laboral, que está surtiendo efecto y creando empleo. No pretendo aguarle la fiesta a nadie, pero me temo que esto sea una interpretación demasiado simplista de un dato aislado y en bruto. Bienvenido sea, desde luego, el descenso del número de parados, pero hay otros datos preocupantes.
Según los datos estadísticos que publica en su página web el Ministerio de Trabajo, el número de parados descendió en 225.200 personas en el segundo trimestre de este año. El dato es de la EPA, no de paro registrado, y en bruto, sin desestacionalizar. Aclaro esto porque es normal que el paro baje en el segundo trimestre y, como he comentado en ocasiones anteriores, los datos desestacionalizados pueden ser muy diferentes.
Un segundo dato, de la misma fuente, es el número de ocupados, que ha aumentado en el mismo trimestre en 148.300 personas. También este dato habría que desestacionalizarlo, pues es igualmente normal que aumente el número de ocupados por las mismas razones. Huelga mencionar la relación entre ambos datos, si hay más gente trabajando hay menos gente en paro, es obvio. Como lo es también que aunque relacionados, no hay una correlación exacta. Salta a la vista que hay una diferencia de 76.900 personas. ¿Qué ha ocurrido con ellas? No han encontrado ocupación, pero tampoco engrosan ya la lista del parados.
Supongo que ya lo imagináis. Siempre según los datos del Ministerio para el mismo trimestre, resulta que la población activa (la suma de parados y ocupados) ha descendido en 76.100 personas. La suma de las tres cifras no es exacta, lo que imagino que se explica por los márgenes de error de las estadísticas. Poco importa, el hecho es que más de setenta y seis mil personas ya no cuentan por que han abandonado el mercado de trabajo. Se han ido. No sé si son inmigrantes que han regresado a sus países de origen, españoles que han emigrado o ambas cosas. El hecho es que se han ido. Y el dato es de un solo trimestre, la pérdida de población activa acumulada desde principios de 2011 (por lo tanto ya con el Gobierno anterior) pasa de trescientos cuarenta mil.
Naturalmente la tasa de paro, en porcentaje, desciende. Es una aritmética sencilla, los que se marchan son los parados, no los que tienen trabajo. Si tenemos una población de 100 personas de las que 20 están en paro, la tasa es del 20%. Si 10 parados se van, tenemos 10 parados sobre una población de 90, lo que supone el 11%.
De todos modos todo esto está referido a un único trimestre. Tendríamos que ver si se trata de algo más o menos coyuntural (la dichosa estacionalidad) o de verdad se inicia una tendencia. Y en ese cáso qué tendencia. Si es a que aumente el número de ocupados esta claro que sería positivo, aunque habría que ver en qué condiciones encuentran trabajo esas personas. Lo malo sería que la tendencia que se inicia, si es que se inicia, no sea esa. Lo malo sería que nos estemos convirtiendo otra vez en un país de emigrantes. En un país de ciudadanos sin futuro.
Creo que al final sí que le habré aguado la fiesta a alguien pero ¿qué queréis? Pese al optimismo recalcitrante del Gobierno, a mí me parece que hay motivos al menos para tomarnos los datos con un sano escepticismo. No es que quiera verlo todo negro, pero por más que quiera tampoco consigo verlo todo color de rosa. Igual es mi carácter.